¿Deberías beber agua mientras comes? Estas son las ventajas y los inconvenientes de hacerlo

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¿Beber agua durante las comidas dificulta el proceso de digestión de los alimentos? Te contamos qué hay de cierto (y que no) en esta teoría que cada vez cobra más fuerza.

Hasta hace relativamente poco, cuando queríamos bajar de peso, creíamos que beber un gran vaso de agua justo antes o durante una comida nos iba a ayudar a comer menos y, por tanto, a controlar el peso. Lo cierto es que, aparentemente, no hay ningún fallo en esta lógica: beber más agua nos hace sentir más llenos y, por tanto, seremos menos propensos a cebarnos de comida.

Sin embargo, últimamente ha cobrado cada vez más fuerza la teoría de que beber agua justo antes y durante la comida no es recomendable si lo que queremos es hacer una digestión sana. Cada vez más expertos en nutrición aseguran que poner en práctica este consejo de no beber agua durante la comida podría tener efectos que no queremos en la capacidad de nuestro aparato digestivo para digerir los alimentos y absorber sus nutrientes de manera óptima.

La autora del libro Go with Your Gut Robyn Youkilis asegura que no debemos beber agua desde media hora antes de las comidas hasta una hora después de estas; de lo contrario, corremos el riesgo de diluir la reserva de ácido clorhídrico del estómago, que es esencial para descomponer los alimentos adecuadamente. Pero ¿esa afirmación tiene base o se trata de una leyenda urbana?

Qué hay de cierto en esta teoría

Es cierto que beber agua durante las comidas puede llegar a causar inconvenientes para la digestión. No obstante, la realidad es bastante más compleja que esto: las condiciones para que llegue a darse esa situación son bastante concretas, y el consumo de líquidos en ese momento también tiene sus ventajas.

Uno de los consejos para una salud óptima es beber entre 1’5 y 2 litros de agua diarios. Obviamente, mientras se cumpla ese objetivo, no importa en qué momento decidas tomarla. Sin embargo, es innegable que durante las comidas es cuando se consume más líquido, ya sea como acompañamiento o por la propia agua de los alimentos.

Para poder responder correctamente a la cuestión de si es perjudicial beber agua durante las comidas, es preciso analizar ambos puntos de vista. En primer lugar, por qué un consumo excesivo de líquidos puede llegar a ser un problema.

Qué hay de verdad en esa afirmación

Muchas personas afirman que consumir agua o cualquier otra bebida mientras comemos puede conllevar problemas digestivos. Es cierto que una ingesta excesiva puede hacer que el estómago se llene demasiado y no funcione de manera totalmente correcta. Esta situación llevaría al empeoramiento de algunos trastornos como la gastritis.

Según Marina Domene, Head of Nutrition en SHA Wellness Clinic, esta cantidad de agua supondría una dilución de los jugos gástricos y otras enzimas digestivas. Esto causaría que dichas moléculas perdieran eficacia y tardaran más en completar la digestión. No obstante, la experta señala que estos escenarios solo se dan al tomar una cantidad muy grande de agua. A menos que superes el litro y medio de agua en una misma comida, es muy poco probable que experimentes problemas.

Finalmente, un factor que sí puede afectar a la digestión es la temperatura del agua. Tomar un líquido excesivamente frío hace que el organismo tenga que consumir energía extra para templarlo. Si estás en pleno proceso digestivo, este se ralentizará, debido a los recursos que tu cuerpo está destinando a aumentar la temperatura del agua.

Qué beneficios tiene consumir agua en las comidas

Aunque beber agua en exceso mientras comes sí puede comportar algunos problemas, hacerlo con moderación es incluso beneficioso para el organismo. La razón principal es el propio papel que el agua desempeña en la digestión. Dado que ayuda a ablandar el bolo alimenticio (esto es, la comida masticada), hace que resulte más sencillo su paso al estómago.

Asimismo, su papel en la descomposición de los alimentos permite que los nutrientes sean extraídos con mayor facilidad en el intestino. De esta manera, el proceso de digestión puede avanzar con mayor rapidez, en lugar de ralentizarse.

Y no es la única ventaja: tomar agua en las cantidades adecuadas también previene el estreñimiento, al favorecer el tracto intestinal. Finalmente, el consumo de líquido antes o durante las comidas está recomendado para perder peso, aunque sin pasarse. La razón es que el agua posee una cierta capacidad saciante, lo que hace que no tengas tanto apetito y acabes comiendo menos.

No obstante, este efecto tarda un rato en llegar, por lo que suele compaginarse con una ingesta lenta de los alimentos. Aun así, no es bueno excederse, ya que da lugar a los problemas anteriormente mencionados, y es preferible dar prioridad a una alimentación saludable.

Finalmente, beber durante las comidas es mucho mejor que optar únicamente por el agua presente en los alimentos. Si bien algunos, como la sopa o ciertas verduras, contienen una gran cantidad de líquidos, otros los perderán durante el proceso de cocción. Por ello, es mejor compensarlo con un aporte externo de agua.

Qué conviene hacer si te sigue preocupando

Una vez expuestos los riesgos y beneficios, queda demostrado que lo más conveniente es beber agua mientras comemos, aunque con moderación. No solo estarás tomando una sustancia imprescindible, sino que incluso ayudarás a la digestión. Otra idea recomendable es tomar un vaso unos 20 minutos después de la ingesta.

La razón de ello, según Domene, es que en el caso de haber comido deprisa, el cerebro no ha tenido tiempo para manejar la sensación de saciedad. El líquido del estómago es absorbido por sus paredes en 20 minutos, lo que puede llevar a una falsa sensación de hambre. Por ello, beber algo de agua ayuda a eliminarla y a evitar la sobrealimentación.

Lo más importante es llegar a la cantidad requerida de líquido por día, al margen del momento en el que lo tomes. Eso sí, tanto si lo haces durante la comida como más tarde, conviene tomarla despacio y preferentemente del tiempo. Como se ha indicado previamente, el agua fría sí supone un lastre para la digestión, aunque tampoco es excesivo.

Tanto si decides optar únicamente por el agua de los propios alimentos como si acompañas las comidas con un vaso, no hay problema. Solo tienes que asegurarte de llegar a los dos litros a lo largo de día. También puedes reponer líquidos con tés o infusiones digestivas, más saludables que los zumos o el alcohol, aunque el agua siempre será la mejor opción.

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