Las hormigas que fabrican antibióticos para curarse las heridas y otros 10 casos insólitos de automedicación animal

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En la naturaleza existen numerosos ejemplos de animales que buscan instintivamente y consumen plantas, minerales u otros materiales con propiedades medicinales para tratar enfermedades o mejorar su bienestar.

10 casos insólitos de automedicación animal

Las megaponeras (Megaponera analis), una especie de hormiga muy extendida en el África subsahariana, tienen una dieta muy reducida: solo comen termitas. Las expediciones de caza de estas hormigas de color negro brillante son de alto riesgo, ya que las termitas soldado que defienden los termiteros poseen unas poderosas mandíbulas.

Por eso es frecuente que las hormigas resulten heridas durante sus incursiones cinegéticas. Si los cortes y desgarramientos se infectan, existe un importante riesgo de que los ejemplares maltrechos fallezcan. Para reducir el número de bajas, las hormigas megaponeras han desarrollado un sofisticado sistema de atención sanitaria.

En efecto, un equipo de zoólogos dirigido por Erik Frank, de la Universidad Julius Maximilianus (JMU) de Wurzburgo (Alemania), y Laurent Keller, de la Universidad de Lausana (Suiza), cuenta en la revista Nature Communications que ha descubierto que esta especie de hormiga es capaz de distinguir entre una herida infectada y una que no lo está.

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Erik Frank (derecha) y Florens Fischer,investigan el comportamiento de las hormigas Matabele en nidos artificiales en condiciones de laboratorio.(Imagen: Erik Frank / Universität Würzburg)

Las hormigas con lesiones son tratadas con antibióticos por sus compañeras

Y esto no es todo: las hormigas que muestran un tajo infectado son tratadas con antibióticos que producen sus congéneres. El tratamiento reduce drásticamente la mortalidad.

«Los análisis químicos que hemos llevado a cabo en colaboración con el profesor Thomas Schmitt, de la JMU, han demostrado que el perfil de hidrocarburos de la cutícula de las hormigas cambia como consecuencia de la infección de una herida —explica Frank. Y añade—: Es precisamente este cambio en la composición de los hidrocarburos cuticulares lo que permite a estos insectos reconocer y, por tanto, diagnosticar que sus compañeras de hormiguero sufren una infección en una lesión».

Para tratar de curar la herida infectada, aplican sobre ella unos compuestos antimicrobianos y proteínas específicas. Estos antibióticos provienen de la llamada glándula metapleural, que está situada en un lateral del tórax. Los científicos han comprobado que sus secreciones contienen 112 compuestos diferentes, la mitad de los cuales tienen un efecto antimicrobiano, fungicida y cicatrizante.

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Una hormiga megaponera atiende la herida de otra hormiga que perdió unas patas en una pelea con termitas. (Imagen: Erik Frank / Universität Würzburg)

Un tratamiento muy eficaz: reduce hasta en un 90% el riesgo de muerte por infección

La terapia antiinfecciosa de estas hormigas es muy eficaz: la tasa de mortalidad de los individuos infectados se reduce en un 90 %, según ha descubierto el grupo de investigación germano-suizo.

«A excepción de los humanos, no conozco ningún otro ser vivo que pueda llevar a cabo tratamientos médicos de heridas tan sofisticados», afirma Frank. Keller añade que estos hallazgos tienen importantes implicaciones médicas. Y lo explica de esta manera: «El principal agente patógeno presente en las heridas de las hormigas es Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que también provoca importantes infecciones en los seres humanos y que posee varias cepas resistentes a los antibióticos».

Pero ¿son las hormigas megaponeras realmente únicas en este sentido? El investigador de Wurzburgo quiere explorar ahora los comportamientos de limpieza y tratamiento de heridas en otras especies de hormiga, así como en otros animales sociales. En paralelo, con la ayuda de colegas químicos, aspira a identificar y analizar los antibióticos utilizados por las hormigas megaponeras.

Una pista para encontrar antibióticos que funcionen en humanos

Esto podría conducir al hallazgo de nuevos antibióticos que también podrían utilizarse en humanos. Hay que recordar que las infecciones bacterianas comunes presentan cada vez mayor resistencia a los tratamientos.

En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que la resistencia a los antimicrobianos, desatada por el uso indebido y excesivo de estos medicamentos, es una de las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.

No cabe duda de que los seres humanos podemos aprender mucho de los animales que se medican ellos mismos. Par ello, seleccionan, ingieren o se aplican tópicamente plantas, tierras, insectos y productos psicoactivos que previenen o reducen los efectos nocivos de agentes patógenos y parásitos, y toxinas.

Un comportamiento animal conocido como zoofarmacognosia

Este comportamiento autosanador de los seres vivos es conocido por los biólogos como zoofarmacognosia, un término que se acuñó en 1993 y que se popularizó en 2002 con la publicación del libro de la bióloga Cindy Engel titulado Salud salvaje. Cómo los animales se mantienen bien y qué podemos aprender de ellos.

Ahora bien, para ser honestos, el concepto de automedicación en vertebrados no humanos fue propuesto por primera vez por Daniel H. Janzen, ecólogo evolutivo de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.). Janzen fue el primero en recopilar todos los relatos anecdóticos y leyendas sobre posibles comportamientos de automedicación en una variedad de animales, desde mamíferos hasta insectos.

Este ecólogo estadounidense argumentó que las necesidades energéticas por sí solas no eran suficientes para explicar ciertos hábitos alimentarios inusuales en el reino animal, y planteó la posibilidad de que los animales pudieran utilizar de forma instintiva plantas ricas en estimulantes, laxantes, antiparasitarios y antibióticos, así como antídotos para toxinas consumidas previamente.

Desde entonces, los científicos han reportado ejemplos de animales que curan sus males o mejorar su bienestar echando mano de lo que tienen a su alrededor.

10 sorprendentes maneras en las que los animales silvestres se curan a sí mismos:

Monos y plantas antiparasitarias.

Algunas especies de monos han sido observadas consumiendo ciertas plantas con propiedades antiparasitarias para eliminar parásitos intestinales.

Los monos capuchinos de Sudamérica se frotan la piel con especies vegetales aromáticas cargadas de sustancias bioactivas capaces de reducir las micosis y las infecciones bacterianas y de combatir las infestaciones por ectoparásitos. Asimismo, monos de esta misma especie fueron grabados en el zoológico de Edimburgo restregándose cebollas y limas por el cuerpo como antiséptico y repelente de insectos.

Elefantes y minerales

Se ha observado que estos proboscídeos consumen arcilla rica en minerales en determinadas zonas de África para ayudar a neutralizar toxinas y mejorar la digestión.

También se sabe que los elefantes africanos recorren largas distancias para encontrar grutas y cuevas tapizadas de sal. Allí encuentran el sodio necesario para equilibrar el exceso de potasio presente en las hojas que consumen.

Y las hembras gestantes del elefante africano buscan una especie concreta de árbol de la familia de las borrajas muy posiblemente para inducir el parto.

Chimpancés y plantas antiinflamatorias

Los chimpancés silvestres han sido observados consumiendo hojas de plantas con propiedades antiinflamatorias, como las hojas de las plantas del género Aspilia, cuando tienen problemas digestivos.

Mangostas y antivenenos

Investigadores han observado que las mangostas ingieren las raíces de la planta asiática leño colubrino (Rauvolfia serpentina) como antídoto contra el veneno de serpientes. Antes de salir a cazar cobras, estos mamíferos se alimentan de esta planta.

Pájaros y hierbas medicinales

Algunas aves, como los estorninos pintos de Norteamérica, han sido observadas recogiendo hojas de plantas medicinales para forrar sus nidos, presumiblemente para ayudar a controlar piojos, ácaros y otros parásitos y mantener un ambiente saludable.
Por su parte, los loros y los guacamayos suelen ingerir arcillas ricas en sodio, que tienen la propiedad de absorber y retener toxinas. Estas aves las tragan para evitar que los fenoles de las frutas que consumen pasen a su torrente sanguíneo.
Se ha informado que algunas aves aplican hormigas ácidas sobre sus plumas, presumiblemente para ayudar a controlar los parásitos y mantener sus plumajes libres de insectos.

Perros y hierbas

Los perros domésticos a menudo consumen hierba cuando tienen problemas gastrointestinales, lo que podría indicar una forma de automedicación para inducir el vómito y aliviar molestias estomacales.

Sus parientes salvajes, los lobos, tragan ortigas con este fin e incluso para librarse de parásitos intestinales.

Gatos y trance

La hierba gatera (Nepeta cataria), que desprende un suave olor cítrico, atrae a los gatos como un imán y tiene un efecto estimulante en ellos. A veces les provoca un trance de escasa duración.

Una de las razones detrás de esta conducta es que la hierba los ayuda a inducir el vómito, lo que a su vez les permite eliminar las bolas de pelo que se forman en su sistema digestivo. El ingrediente activo de la hierba gatera es la nepetalactona.

Un nuevo estudio publicado en la revista Science apunta a que la hierba gatera tiene un efecto de droga sobre los felinos, muy parecido al que causa la morfina y la cocaína en los humanos.

Delfines y esponjas marinas

Algunas poblaciones de delfines de nariz de botella usan esponjas marinas como herramientas para proteger sus hocicos mientras buscan alimentos en el lecho marino. Los investigadores afirman que las madres son las responsables de enseñar esta habilidad a sus crías.

Aves y hormigas

Más de doscientas especies de paseriformes o aves cantoras recogen hormigas con el pico y se frotan vigorosamente las plumas con ellas, desde la punta hasta la base. O como el arrendajo común, se revuelcan sobre un hormiguero para que las hormigas se adhieran a sus plumas.

Los científicos saben que las secreciones defensivas de las hormigas tienen propiedades insecticidas, acaricidas, fungicidas y bactericidas.

Chacales y drogas

Estos cánidos son grandes consumidores de hongos psilocíbios o alucinógenos, ricos en sustancias psicoactivas como la psilocibina, la psilocina y la baeocistina.

Las vacas lecheras y los renos tampoco hacen ascos a este tipo de setas: por ejemplo, está documentado que mordisquean matamoscas (Amanita muscaria). Y se sabe que los jabalíes hocican la tierra en busca de las raíces psicotrópicas del arbusto Tabernanthe iboga.