El futbolista francés, coronado como mejor jugador del año, eligió un esmoquin hecho a medida de Zegna para una noche que quedará en la historia del fútbol.
La gala del Balón de Oro 2025, celebrada anoche en París, volvió a reunir a lo más destacado del fútbol mundial en una de esas citas que combinan deporte y moda. Entre discursos, emoción y un Lamine Yamal con semblante serio, la noche tuvo un claro protagonista: Ousmane Dembélé. El delantero francés consiguió el Belón de Oro 2025, confirmando una temporada en la que su talento y su constancia hablaron más alto que nunca. El Théâtre du Châtelet fue testigo de la coronación de un futbolista que, a sus 28 años, ha alcanzado la cima.
Dembélé, que actualmente juega en el Paris Saint-Germain, ha tenido un recorrido marcado por grandes retos y momentos clave. Formado en el Rennes, se dio a conocer muy joven en la Ligue 1 antes de dar el salto al Borussia Dortmund, donde su velocidad y desparpajo llamaron la atención de toda Europa. En 2017 llegó al FC Barcelona, donde vivió años de altibajos condicionados por las lesiones, pero también dejó partidos memorables. Desde 2023, de vuelta en Francia con el PSG, encontró la regularidad y el entorno perfecto para explotar todo su potencial. Sus goles y asistencias fueron decisivos en la conquista de la Champions League 2025, el gran argumento que inclinó la balanza para que la revista France Football le otorgara el Balón de Oro.
En una noche así, el fútbol se mezcla inevitablemente con la moda. Y si algo dejó claro Dembélé es que estaba preparado para brillar también en ese terreno. El jugador eligió un esmoquin de Zegna confeccionado a medida, acompañado por una camisa blanca impecable y unos zapatos clásicos de la misma casa italiana. La propia firma lo anunció horas antes en un comunicado en el que destacaban la colaboración con el futbolista francés.
«Para un momento tan importante como el Balón de Oro, he querido elegir un traje que cuente una historia: una de esfuerzo colectivo, precisión y pasión por lo que se hace con cariño», aseguraba el propio futbolista en declaraciones a la casa italiana Zegna.
El traje dos piezas, confeccionado en un tono negro profundo, destaca por su corte Tailored y hombro natural. Aunque lo que verdaderamente llamó la atención de la chaqueta fueron las solapas satinadas, alargadas y de corte cuadrado. El futbolista eligió vestir la camisa sin corbata ni pajarita, introduciendo así un gesto más desenfadado que restó seriedad al conjunto. El pantalón mantiene la línea recta, con caída fluída, y los zapatos de piel completan un look pensado al milímetro.
Dembélé lo llevó con naturalidad, transmitiendo una seguridad que encajaba con el momento que estaba viviendo. La elección de prescindir de accesorios (más allá de un reloj Richard Mille RM 67-02 valorado en más de 350.000 euros) reforzó la idea de un look sobrio pero cargado de presencia. En la alfombra dorada, su imagen no pasó desapercibida. La mezcla de la ceremonia, el reconocimiento deportivo y el sello de una firma como Zegna convirtió su aparición en una de las más comentadas de la noche.
Más allá del fútbol, este Balón de Oro marca un punto de madurez para Ousmane Dembélé. Su estilo en París habló tanto como su temporada: un jugador que, tras superar las dudas del pasado, ha encontrado la fórmula para estar en la cima dentro y fuera del campo. Y en esa ecuación, el esmoquin de Zegna fue el broche perfecto.