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La fórmula de 6 puntos recomendada por los psicólogos para tener un apego seguro en tu vida adulta

La fórmula de 6 puntos recomendada por los psicólogos para tener un apego seguro en tu vida adulta

Escena de la película francesa Amor para reflejar el apego seguro en una relación de pareja Escena de la película francesa Amor para reflejar el apego seguro en una relación de pareja
Escena de la película Amor (2012), en la que Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París.

Cuando hablamos de apego seguro, solemos referirnos a dos momentos clave de la vida: la infancia y la edad adulta. Aunque el término es el mismo, su significado y sus implicaciones varían mucho según la etapa en la que se aplique. Esta diferencia es fundamental para entender qué nos sucede emocionalmente y cómo podemos evolucionar hacia una forma de vincularnos más sana y estable.

Apego seguro en la infancia

En la infancia, el apego seguro se construye cuando el niño o la niña siente que puede confiar en que su figura de apego —normalmente la madre, el padre o un cuidador principal— estará ahí cuando la necesite. Esa figura responde a sus necesidades, lo consuela, le transmite amor y le hace sentir importante. Cuando esto ocurre, el niño desarrolla un vínculo de seguridad, que le permite crecer sin las heridas emocionales que generan los apegos inseguros.

Por el contrario, un niño con apego inseguro no confía en que sus necesidades serán atendidas. Esta falta de confianza genera ansiedad, miedo y una sensación de abandono emocional que puede dejar una huella profunda.

¿Cómo se manifiesta el apego seguro en la edad adulta?

Aquí es donde empieza la confusión. Muchas personas creen que tener un apego seguro en la vida adulta implica que tu pareja te cuide, te quiera y esté siempre ahí para ti. Pero esta idea, aunque comprensible, puede ser peligrosa. Cuando la seguridad emocional depende exclusivamente del otro, lo que aparece no es un apego seguro, sino una dependencia emocional.

Si necesitas que tu pareja te cuide para sentirte bien, estás delegando tu bienestar emocional. Y si esa persona falla —porque tiene un mal día, porque discuten o incluso porque se va— entras en un estado de ansiedad muy parecido al que vive un niño que no se siente protegido. El origen emocional es el mismo: la sensación de que no vas a sobrevivir sin el otro.

La clave está en el diálogo interno

El apego seguro en la edad adulta no consiste en confiar en que tu pareja estará ahí para ti. Consiste en confiar en ti mismo. La figura que debe cuidarte, consolarte, quererte y darte importancia, eres tú. Esa figura se manifiesta en tu diálogo interno, en la forma en la que te hablas, en cómo te consuelas, en cómo decides actuar cuando algo no va bien.

Por ejemplo, si tienes apego ansioso y temes que tu pareja te deje, tu diálogo interno se llena de frases como: “Tengo que convencerle”, “No puedo perderle”, “Debo aguantar”. Lo mismo ocurre con el apego evitativo: “Esta persona me agobia”, “Me pide demasiado”. En ambos casos, el diálogo interno revela inseguridad.

Un apego seguro, en cambio, se traduce en frases como: “Esta persona es importante para mí, pero no más que yo”, o “Si me deja, puedo seguir adelante”. Implica tener una parte interna más adulta y racional que acompaña y calma a la parte más emocional, esa que representa a nuestro niño interior.

Apego seguro y autoestima: dos caras de la misma moneda

Autoestima significa que te quieres, te cuidas, te importas. Implica tomar decisiones que te beneficien, ponerte límites, protegerte del daño. Cuando haces todo esto por ti, estás cumpliendo el rol del cuidador de tu infancia. Y eso es, en esencia, el apego seguro en la edad adulta.

Si seguimos creyendo que el apego seguro lo proporciona la pareja, nos acercamos al problema, no a la solución. Porque en cuanto falle la relación, aparecerá la ansiedad. Y si dependes de la pareja para estar bien, no has desarrollado un apego seguro, sino una necesidad emocional que te vuelve vulnerable.

¿Cómo se construye un apego seguro?

Hay varias dimensiones fundamentales que debemos trabajar para desarrollar un apego seguro:

1. Autoestima

Sin autoestima, es difícil mantener relaciones sanas. Da igual si estás en pareja o no. Si no confías en ti, cualquier relación se verá afectada. La autoestima se construye cuidándote, valorándote, poniéndote límites, respetándote y protegiéndote.

2. Inteligencia emocional

Comprender tus emociones, saber diferenciarlas, expresarlas y gestionarlas es esencial. No se puede tener un buen autoconocimiento si no sabes cómo te sientes, por qué lo sientes o qué necesitas. La inteligencia emocional también implica conectar con los demás desde un lugar auténtico.

3. Red de vínculos afectivos

No basta con tener amigos del gimnasio o compañeros de trabajo. Necesitamos una red emocional sólida: amistades íntimas, familia cercana, personas con las que compartir lo que sentimos. Esta red actúa como un colchón emocional, nos protege del vacío y nos recuerda que no estamos solos, incluso cuando no estamos en pareja.

4. Aprender a estar solos

Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Muchas personas no saben estar solas porque siempre buscan distracciones: redes sociales, series, móviles… Estar solo de verdad implica estar contigo mismo, en calma, sin miedo. Ahí es donde se fortalece la relación contigo mismo y donde se cultiva el diálogo interno.

5. Asertividad y comunicación emocional

Ser capaz de expresar lo que sientes, lo que necesitas, sin miedo ni agresividad, es una habilidad clave. Las personas que no han aprendido a ser asertivas tienden a reprimir sus emociones o a reaccionar de forma desproporcionada. Ambas cosas impiden establecer vínculos seguros.

6. Gestión de la ansiedad

Incluso con un apego seguro, las relaciones de pareja traen conflicto y momentos difíciles. Saber gestionar la ansiedad cuando surgen estas tensiones es clave. Si no puedes regular tus emociones, cualquier crisis te desbordará y dificultará la construcción de una relación saludable.

El estilo de apego no es una etiqueta fija. No es “soy ansioso” o “soy evitativo” y ya está. El apego seguro es un conjunto de habilidades y estrategias que se pueden aprender. Un niño con heridas emocionales no desarrolla esas estrategias, pero puede aprenderlas de adulto. De la misma forma, una persona evitativa puede volverse más segura si empieza a trabajar en sus emociones, vínculos y autoestima.

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