Atracción, enamoramiento y apego bajo la lupa: cómo la neurociencia de Fisher explica infidelidad y poliamor sin caer en titulares trampa.
Cuando hablamos de si “se puede amar a dos a la vez”, nos apoyamos en el trabajo de Helen Fisher, antropóloga biológica y una de las voces más citadas cuando se estudia el amor desde el cerebro. Fisher es investigadora del Kinsey Institute y popularizó la idea de que en las relaciones actúan tres sistemas distintos: la atracción sexual, el enamoramiento y el apego. En libros clave como Why We Love y Anatomy of Love ha mapeado la química que hay detrás de cada fase y ha explicado, con datos, por qué surgen la infidelidad y los triángulos: no porque “amemos a dos” en igualdad, sino porque se activan sistemas diferentes a la vez. Sobre estas bases, hemos distinguido entre deseo, enamoramiento y apego para entender qué pasa cuando aparece “otra persona” y por qué eso no equivale a amar a dos.
Atracción física
Es la primera fase, ligada al deseo íntimo. Surge cuando alguien nos resulta físicamente atractivo y despierta en nosotros las ganas de tener un encuentro sexual. Aquí intervienen la testosterona en los hombres y los estrógenos en las mujeres. Aquí sí se podría sentir este tipo de atracción por «veinte mil personas» a la vez pero, evidentemente…. ¡no estaríamos hablando de amor!
Enamoramiento intenso
Lo que entendemos como “estar enamorado”. En esta fase irracional, dominada por la dopamina y la norepinefrina, la atención se centra únicamente en una persona. El cerebro no permite que nos sintamos atraídos por otra. Evolutivamente, esta etapa servía para garantizar la unión de la pareja en la prehistoria, pero tiene fecha de caducidad: dura entre dos y cuatro años.
«La lujuria está asociada con la testosterona; el amor romántico con la dopamina y quizás la norepinefrina; el apego con la oxitocina y la vasopresina»
Helen Fisher; Libro: «Por qué amamos».
Y es que, en la prehistoria «había que darle un motivo» al macho para que fecundara a la hembra, cuidara de ella y también de la cría, y no abandonara a ninguna de las dos. Por este motivo, la etapa del enamoramiento tiene fecha de caducidad: duraba el tiempo necesario como para mantener unas cuantas relaciones, dejar embarazada a la hembra y protegerlas a ambas hasta que la cría se hubiera desarrollado lo suficiente. Por eso el enamoramiento dura un par de años, tres como mucho, posiblemente cuatro. Lo que hay que tener claro es que la fase de enamoramiento va a desaparecer sí o sí.
Apego a largo plazo
Cuando desaparece el enamoramiento irracional, aparece el amor basado en el apego, impulsado por la oxitocina y la vasopresina. Este tipo de vínculo es el que sostiene las relaciones largas y la construcción de una familia.
El apego a largo plazo da lugar a relaciones estables, a formar una familia con una persona, etcétera. Este es, en realidad, el amor verdadero: lo que aparece cuando se termina la fase irracional del enamoramiento y elegimos quedarnos con esa persona para toda la vida. Lo hacemos de forma racional, una vez que ya vemos los defectos y virtudes de esa persona que antes no podíamos apreciar.
«Somos una especie que forma parejas. Alrededor del 85 % de las culturas permiten que un hombre tenga varias esposas, pero pocos hombres llegan a formar un harén»
Helen Fisher; Libro: «Anatomía del amor: Una historia natural de la monogamia, el adulterio y el divorcio».
En este tipo de amor intervienen la oxitocina y la vasopresina, hormonas que ayudan a establecer lazos de confianza, seguridad y apego.
Por qué creemos que amamos a dos personas
Muchas personas que llevan años casadas aseguran “amar” a otra persona que aparece en su vida. Lo que ocurre en realidad es distinto:
- Con la pareja estable queda el apego a largo plazo.
- Con la nueva persona surge la atracción física, que puede evolucionar en un nuevo enamoramiento irracional.
Sin embargo, no se trata de amar a dos personas a la vez, sino de tener dos tipos de experiencias distintas en paralelo.
El error de confundir atracción con amor
El calentón inicial con un amante puede llevar a faltar al respeto a la pareja. Amar significa respeto, confianza y lealtad, algo que no se cumple cuando hay engaño. Por otro lado, al amante tampoco se le “ama”: es una atracción física que, a base de repetición, puede derivar en enamoramiento, pero siempre tendrá un final.
Muchas personas que dejan a su pareja para irse con un amante terminan arrepintiéndose. Cuando la fase eufórica termina, descubren a la otra persona tal y como es y vuelven al mismo punto en el que estaban con su relación anterior.
¿Y el poliamor?
En las relaciones poliamorosas también se suele confundir atracción con amor. Siempre hay alguien por quien se siente más atracción física y otro con quien se mantiene más apego. En estado de enamoramiento, el cerebro no permite estar enamorado de varias personas al mismo tiempo.
No existe ninguna cultura en la que no se conozca el adulterio; ningún dispositivo o código cultural que extinga el coqueteo.
Helen Fisher; Libro: «Anatomía del amor: Una historia natural de la monogamia, el adulterio y el divorcio».
Por eso, las relaciones abiertas suelen tener una fecha de caducidad más corta que las monógamas: tarde o temprano, uno de los miembros acaba enamorándose de alguien nuevo.
Conclusión: no puedes amar a dos personas a la vez
Para que te guste una nueva persona, la otra por fuerza debe gustarte algo menos. Los niveles jamás podrán estar equilibrados con dos personas, porque nuestro cerebro segrega sustancias muy diferentes para cada una. Solo en el caso de la atracción física puedes sentir interés por cien mil personas a la vez, pero únicamente como objetos de deseo.
El cerebro no puede segregar las mismas sustancias químicas para dos personas en igualdad de condiciones. Para que una relación suba en importancia, otra tiene que bajar. En resumen: puedes sentir atracción por muchas personas, pero no puedes amar de verdad a dos al mismo tiempo.