Brach Madrid tiene una cocina con identidad, platos con sabor y un espacio que funciona. Si buscas un lugar especial para para obligatoria. Aquí hay oficio, cariño y buena comida. Y eso, en Madrid, no siempre es fácil de encontrar.
Cuando uno piensa en comer por la Gran Vía, lo habitual es imaginar restaurantes de paso, mucha prisa y pocas sorpresas. Por eso, encontrar un sitio como el restaurante Brach de Madrid es, poco menos, que una suerte. Su propuesta no grita ni pretende llamar la atención. Simplemente está bien hecha. Aquí, los platos hablan en dos idiomas: el del Mediterráneo y el de Oriente Medio. Y los dos se entienden a la perfección.
Bajo la dirección del chef Adam Bentalha, Brach ha traído a la capital una cocina que mezcla lo mejor de España, Marruecos, Líbano y Francia en una carta donde el producto es el que manda. Desde el atún rojo a la brasa hasta un cordero especiado cocinado con mimo, lo que se sirve en la mesa tiene historia, sabor y técnica.
Una cocina abierta que pone el foco en lo importante
El restaurante Brach no esconde nada. Su cocina abierta está en el centro de la sala, dejando ver cada movimiento, cada fuego, cada plato que cobra forma. Todo gira en torno a una cocina que se disfruta también con la vista.
En carta, hay platos pensados para compartir, cocinados a fuego lento y bien presentados. Los hummus caseros, el tabulé y el baba ganoush traen aromas familiares para quien ha probado cocina de Oriente Medio, pero aquí llegan con una vuelta de tuerca muy bien pensada. La propuesta de Bentalha no busca complicarse, sino ser fiel a sus recuerdos y a los sabores con los que ha crecido.
Entrantes con identidad y platos principales para compartir
Hay entrantes que funcionan como una carta de presentación. Como el atún rojo con pepino y algas (28 €), fresco, bien trabajado, o las alcachofas con foie y gel de granada picante (28 €), con una combinación que sorprende sin descolocar. La pizzetta con salmón y tomate picante (28 €) también se cuela entre los favoritos, junto al kefta arayess con yogur mentolado (16 €), que entra solo.
Los amantes del cordero tienen su sitio asegurado con el méchoui lechal (98 €), una carne que se deshace y que viene acompañada por una salsa zaatar que le aporta carácter. También merece la pena la lubina en crosta de cereales con chermoula (110 €), o el chuletón de vaca madurado, jugoso y al punto (110 €).
Para quienes buscan algo más especiado, las pastillas de ave con calabaza y canela (48 €) son una elección poco común, que combina dulzura y textura de una forma muy original.
La carne y el horno de carbón
Uno de los puntos fuertes de Brach Madrid es su horno de carbón. Aquí se cocinan cortes seleccionados que llegan a la mesa con ese punto ahumado y jugoso que solo se consigue con brasas bien cuidadas. Es una cocina honesta, directa y sin florituras innecesarias.
La parrilla le da a las carnes el protagonismo que merecen, sin esconder el sabor real del producto. Y eso se agradece.
Dulces con acento francés
La pastelería del restaurante Brach también tiene mucho que decir. Inspirada en las tradicionales boulangeries parisinas, ofrece una selección de postres que invita a quedarse un rato más.
Los éclairs, la tarta de limón con merengue, el Paris-Brest o los flanes cremosos son el cierre ideal para una comida contundente y sabrosa. Y si te apetece algo más ligero, siempre puedes acompañarlo de un buen café o un té de la casa.
Una sala que invita a quedarse
La decoración de Brach Madrid está inspirada en los cafés de los años 20. Las paredes de madera oscura, los techos con cuero trenzado y los espejos inclinados crean una atmósfera cálida. Pero lo que realmente da personalidad al espacio es el fresco de Ara Starck, que domina la sala con su toque artístico.
En la barra, una cuidada selección de cócteles de autor y propios ponen la guinda final a la experiencia en este local en el que todo está pensado para hacerte disfrutar. Se agradece que la elegancia no tenga pose, sino coherencia. Solo una cosa más, antes de irte, no dejes de pasar por el cuarto de baño (¡es de los más bonitos que hay por la zona!).