La carta del restaurante Alkostat, de Jordi Vilà, es un homenaje vivo a la cocina catalana: platos para compartir, producto local y recetas con alma.
No hace falta entrar en protocolo para entender qué pasa en Alkostat. Basta con sentarse, mirar alrededor y dejarse llevar por una carta que sabe lo que va a ofrecer a su comensal. Esta casa de comidas estilo S.XXI, dirigida por el chef Jordi Vilà, forma parte del universo Alkimia, y está integrada en el mismo edificio que la antigua fábrica de cervezas Moritz, donde el chef despliega dos versiones de sí mismo: la más refinada y vanguardista en Alkimia y una mucho más informal y directa en Alkostat.
Aquí la cocina catalana no es un cliché, es la base sobre la que se sostiene todo. Vilà la entiende, la respeta y la cocina con la misma intensidad que lleva cocinando desde los 15 años. Y eso se nota desde el primer platillo. ¿Una sugerencia para empezar bien? Las kokotxas con judías del ganxet. Un clásico que no falla y que resume todo lo que representa este sitio.
Platillos para abrir boca
La sección de tapas y platillos funciona como una bienvenida cálida y bien medida. Croquetas de pollo con mantequilla de anchoa, tortilla de cebolla caramelizada, buñuelos de bacalao con tomate… Cocina que arranca con sencillez, pero se ejecuta con técnica y producto de nivel.
Hay lugar también para los guiños más actuales, como el niguiri catalán de calamar encebollado o el de ventresca en salazón. Todo pensado para compartir, sin rigideces, con una carta viva y en movimiento.
Los clásicos de Jordi Vilà
Si hay algo que distingue la propuesta de Alkostat es su capacidad para combinar recetas populares con platos que podrían formar parte de cualquier menú degustación de alto nivel. El “raviolot” de bogavante con gambita y suquet picante es pura intensidad marina. El mar i muntanya se sale de lo convencional: mollejas rustidas con ventresca de atún, alcaparras y una duxelle de trufa que lo remata con elegancia.
Y luego está la “pilota” como nunca antes la has probado: tripa de ternera rellena con pilota y colmenillas a la crema. Un plato para dos que llega con historia, mimo y contundencia.
Los arroces, la parte más seria del juego
Pocos arroces se encuentran en Barcelona como los que se cocinan aquí. El de salmonetes a la brasa y el de paloma torcaz con setas son dos platos que justifican por sí solos la visita. El arroz de ñoras, azafrán y colas de cigala es otro de los favoritos de los que saben lo que vienen a buscar.
En todos ellos, el grano respeta el punto y el fondo hace el resto. Nada que distraiga, solo sabor y precisión.
Pastas catalanas, escudella y espárragos
Hay espacio para la memoria gustativa: los fideos a la cassola, los macarrones de rustido, el dueto de canelones. Platos que han alimentado generaciones, actualizados con el sello Vilà y pensados para gustar sin complicaciones.
La escudella de primavera cambia el guion del cocido tradicional y se presenta como una versión más fresca, vegetal y amable, con raviolis de queso y una pilota de carne con hierbas. Y si hay un producto de temporada que se mima especialmente en la cocina de Alkostat, son los espárragos. El triple matrimonio —boquerón, anchoa y doble ración de espárrago— o la versión con foie escabechado y naranjas a la brasa son la prueba.
A la brasa, directo y en su punto
Los platos de brasa en Alkostat tienen algo de ritual doméstico. Judías verdes cocidas al momento con butifarra de perol, costillas de cordero con alioli, caracoles con sofrito de sobrasada picante, fricandó de ventresca de atún o el secreto del carnicero: cortes de vaca con patatas fritas y ensalada.
Todo elaborado con producto que habla claro, con sabores reconocibles y un punto de nostalgia perfectamente ejecutada.
Los postres también tienen discurso
Aquí también hay dulces para todos los públicos. Desde el tiramisú de pistacho servido a la cuchara hasta un postre que se llama 100% chocolate y cumple lo que promete.
El flan con nata y helado de vainilla o el requesón con biscuit glacé de turrón completan una oferta que no olvida la fruta: la tartaleta con sorbete cítrico es el cierre perfecto si buscas algo más ligero.