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Dioses de ébano: modelos negros en la moda y su lucha por ocupar las pasarelas

Durante décadas, la moda negó a los modelos negros su espacio en las pasarelas más importantes del mundo. Este es el recorrido de una lucha silenciosa que lo cambió todo.

¿Cómo iban a formar parte de estos eventos tan exclusivos personas que, durante los años 50 y 60, ni siquiera podían votar o sentarse en la parte delantera de un autobús? Las clientas de alta costura asociaban a los negros con el servicio doméstico. Elegir a un modelo negro habría sido, para muchos diseñadores, casi un acto subversivo.

Historia de una exclusión sistemática

Los desfiles de moda nacieron como una experiencia reservada para la élite. En los años 20, las modelos paseaban por teatros o hipódromos mostrando las creaciones de diseñadores como Jeanne Paquin o Chanel. Más adelante, en Nueva York, los desfiles se transformaron en eventos teatrales para las clases altas. Todo lo que se alejaba del canon blanco quedaba fuera.

Naomi Campbell y las barreras invisibles

Naomi Campbell, una de las grandes top models de los 90, confesó en una entrevista que muchas puertas se le cerraron al llegar a Nueva York. No por falta de talento, sino por el color de su piel. Sus amigas Linda Evangelista y Christy Turlington la defendieron ante diseñadores que se negaban a contratarla. “Si no coges a Naomi, yo tampoco quiero estar”, llegaron a decir.

La denuncia toma forma

En 2009, el Ministerio Público de Sao Paulo impuso una cuota mínima de modelos negros en su Fashion Week. Solo un 3% de los modelos eran negros. La fiscal Deborah Affonso explicó que era necesario reparar la exclusión sistemática derivada de la herencia esclavista.

Los datos que lo confirmaron

En 2015, el informe de The Fashion Spot confirmó lo que muchos ya denunciaban: el 77,6% de los modelos en las grandes semanas de la moda eran blancos. Solo Nueva York mostraba una leve mejora en representación. París, Londres y Milán apenas avanzaban.

El despertar de la industria

Ese mismo año, la modelo Ashley B. Chew lanzó la campaña “Black Models Matter”, un mensaje claro y directo que Zac Posen amplificó en redes. Su desfile incluyó un 87% de modelos no blancas. Kanye West hizo lo mismo. Marcas como Chromat y Sophie Theallet comenzaron a cambiar las estadísticas.

Vogue y el número que agotó existencias

En 2008, Vogue USA publicó una edición especial dedicada a la belleza negra. Naomi Campbell, Jourdan Dunn, Liya Kebede y Sessilee Lopez protagonizaron una portada histórica. Se agotó en los quioscos. La respuesta del público obligó a imprimir 40.000 copias más. El mensaje era claro: había hambre de representación.

¿Por qué durante tanto tiempo?

El sistema venía de lejos. La segregación racial no oficial que imperaba en EE.UU. durante los años 40 y 50 también se infiltró en la moda. La Press Week de Nueva York en 1943, organizada por Eleenor Lambert, fue un impulso para el diseño americano. Pero solo para blancos. El racismo estructural no era visible, pero marcaba cada decisión.

Una nueva conciencia

Las redes sociales, las denuncias públicas y la presión sobre las marcas han creado una conciencia nueva. Hoy, la discriminación racial ya no es invisible ni aceptable. El canon de belleza ya no puede ser único. La diversidad no solo es ética. También es rentable.

Artículo publicado en el número impreso de Rísbel Magazine 13, Invierno 2020.

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