El reloj Louis Vuitton Monterey homenajea el primer modelo de muñeca de la Maison con una edición limitada de 188 piezas en oro amarillo, esfera de esmalte Grand Feu y movimiento automático
La aventura relojera de la Maison comenzó hace más de tres décadas cuando, en 1988, Louis Vuitton lanzó los modelos LV I y LV II: dos relojes de muñeca que rompían con todos los códigos tradicionales de la alta relojería. Diseñados por la arquitecta Gae Aulenti, estas piezas presentaban una forma de guijarro sin asas, corona en el número 12 —como los antiguos relojes de bolsillo— y un diseño tan singular que, con el tiempo, se convertirían en piezas de culto.
Desde entonces, Louis Vuitton ha desarrollado una identidad relojera muy particular, impulsada desde La Fabrique du Temps en Ginebra, donde la artesanía, la innovación y el respeto por la estética propia se combinan con movimientos de manufactura. Entre sus iconos destacan el Tambour, el Voyager Skeleton y los modelos de Alta Relojería con complicaciones desarrolladas in-house.
Ahora, en 2025, la Maison recupera el espíritu pionero de aquellos primeros relojes con el nuevo Louis Vuitton Monterey, una reinterpretación que actualiza la silueta original con los códigos técnicos y estéticos de la relojería de nuestro tiempo.
Un homenaje al diseño que rompió moldes
El Monterey es una carta de amor al primer reloj de muñeca de Louis Vuitton. Su nombre proviene de cómo algunos coleccionistas estadounidenses pronunciaban “Montre” (reloj en francés), y refleja ese vínculo emocional que la pieza original dejó en quienes lo conocieron.
El nuevo diseño mantiene la silueta sin asas en forma de guijarro, la corona situada a las 12 y un enfoque minimalista que contrasta con el exceso de muchos relojes de lujo. La caja de 39 mm, realizada en oro amarillo, ha sido pulida y tallada a mano en los talleres de la Maison, y se combina con una correa de cuero que se puede desabrochar fácilmente gracias a un ingenioso sistema oculto.
¿Cómo es el reloj Monterey de Louis Vuitton?
El corazón del Monterey ha evolucionado. Si el modelo original montaba un calibre de cuarzo, esta nueva edición incorpora un movimiento automático LFTMA01.02 desarrollado en La Fabrique du Temps. Este calibre late a 28.800 alternancias por hora, cuenta con una reserva de marcha de 45 horas y está decorado con detalles tan refinados como un rotor de oro rosa con ribetes en forma de V, evocando el monograma LV.
Aunque el fondo del reloj está cerrado, el interior está trabajado con la misma exigencia que el exterior: puentes con chorro de arena, granulado circular y acabados pulidos a mano.
El arte del esmaltado Grand Feu en una esfera única
La esfera es uno de los grandes protagonistas. Louis Vuitton ha optado por una técnica ancestral: el esmaltado Grand Feu, en color blanco, una de las tonalidades más difíciles de conseguir con esta técnica. El proceso requiere más de veinte horas de trabajo, ocho capas de sellado y hasta diez horneados a distintas temperaturas. El resultado es una superficie opalina, de gran profundidad y brillo, sobre la que destacan las manecillas tipo jeringuilla lacadas en rojo, acompañadas por un segundero en azul, como guiño gráfico a los relojes originales de 1988.
El trabajo en la esfera no solo demuestra maestría técnica, sino también una apuesta estética valiente y duradera. Con el paso del tiempo, el esmaltado Grand Feu mantiene su color, brillo y textura, convirtiendo esta pieza en un legado que se puede heredar.
Edición limitada para conocedores
Fiel a su espíritu exclusivo, el Louis Vuitton Monterey se lanza en una edición limitada de solo 188 unidades. Cada una lleva la inscripción “1 de 188” discretamente oculta bajo la correa.
Eso sí, hay que dejar claro que en este caso, el Louis Vuitton Monterey no pretender ser una reinterpretación nostálgica. Es una visión que respeta el pasado sin dejar de mirar al futuro. Y no lo decimos nosotros (que también), lo dice Matthieu Hegi, director creativo de La Fabrique du Temps: “Este reloj representa la simbiosis entre lo antiguo y lo nuevo”.
