Jesús Castro: «La interpretación es ese trabajo que jamás soñé, pero que siempre esperé»

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De niño «estudioso» a actor consolidado, Jesús Castro habla sobre sus inicios en el cine, sobre su colaboración con la marca de zapatillas ecológicas WeBrave y sobre la importancia de saber mantener los pies en el suelo

Parece que al actor Jesús Castro (Vejer de la Frontera, 1993) el mundo del cine se le queda corto. No contento con triunfar en la gran pantalla, acaba de sacar al mercado su nueva colección cápsula de zapatillas ecológicas en colaboración con WeBrave, hechas con material reciclado, y todo apunta que se convertirán en un gran éxito. Aunque, tratándose de Jesús, esto no es ninguna novedad.

Desde que estrenó la película El niño, allá por un lejano 2014, su carrera despegó de golpe y porrazo y ya no hubo nada que la pudiera parar.  Su acento gaditano, sus ojos azules, su piel morena y su carisma ante la cámara lo hicieron famoso en toda España, pero si ha conseguido mantenerse en la cima solo ha sido gracias al esfuerzo, a la constancia y a la humildad de saber mantener los pies en el suelo.

De pequeño soñaba con convertirse en superhéroe. Soñaba con ser Spiderman o Capitán América. Soñaba con encontrar una profesión que le llenase y le hiciese sentir que cada día merecía la pena. Quién le iba a decir a aquel «Niño», así, en grande y con mayúsculas, como luego sería su primera película, que la encontraría una mañana en un casting al que asistió solo porque «quería perder clase».

Pronto llegó la nominación al Goya, La isla mínima, El príncipe y muchos otros títulos que se sucedieron con una rapidez tan vertiginosa que apenas le dio tiempo a asimilarlo. Ocho años después de sus primeros éxitos, es cada vez más consciente del amor que siente por su profesión, de la importancia de pasar tiempo con su perro Zeus, al que quiere como si fuera su hijo porque, según él, es más humano que muchas personas. De la necesidad de estar con la familia y con los amigos que le quieren bien.

Esos que son de toda la vida. Esos que siempre están, no importa qué suceda, y que ayudan a conservar la mente sana cuando las exigencias y la soledad, que a menudo acompañan a este oficio, se hacen difíciles de soportar.

Pero dejemos que sea él quien nos lo cuente.

Jesús, tengo entendido que la interpretación llegó a tu vida casi de casualidad, porque te presentaste al casting de la película El niño solo para perder clase. ¿Es esto verdad?

Sí, es totalmente cierto. «El niño estudioso era yo». (Ríe). Todavía estaba en el instituto y el casting era en horario escolar, así que me presenté porque solo quería perder clase. Ahí empecé a hacer pruebas, pero fue un proceso largo. Pasaron 6-7 meses hasta que me confirmaron que iba a ser yo el protagonista.

Tu trabajo en la película, a pesar de no tener experiencia previa, fue muy alabado, hasta el punto de ser nominado al Goya como Mejor Actor Revelación. ¿Cómo viviste ese momento?

Pues te va a sorprender, pero la verdad es que no lo recuerdo muy bien. Tengo muchas lagunas. Pasaron muchas cosas en muy poco tiempo y creo que no estaba preparado para ello a nivel social.

¿A qué te refieres?

La película tuvo mucha repercusión, empecé a ir a muchos premios. De repente te ves al lado de un Bardem, de una Penélope y te da un vértigo terrible. No tengo muchos recuerdos de la noche de los Goya porque estaba como en trance. Iba, hacía lo que tenía que hacer o lo que me decían y ya. Todavía no era muy consciente de todo lo que me estaba pasando.

¿Y en qué momento empezaste a ser consciente de que lo que estaba pasando era real?

Yo terminé El Niño y casi seguido entré en La isla mínima, que fueron las dos películas que triunfaron más en los Goya. Todo fue muy rápido y no me dio tiempo a asimilar nada. Luego entré en El príncipe y creo que fue allí cuando empecé a darme cuenta de dónde estaba y que esto era lo que quería para mi vida. Y empecé a trabajar para mantenerlo.

Claro, porque imagino que lo difícil no es llegar, sino conservar el éxito. ¿Qué crees que hay que tener para mantenerse en un mundo tan duro y exigente como es el de la interpretación?

Seguir siendo siempre igual, ser tú mismo. No ir nunca de estrella, estar siempre a favor de obra, si hay que echar tres horas más, se echan. Si un día tienes que dormir ocho horas menos, no se duermen. Al final, es como cualquier otro trabajo. Hay que darlo todo para que el producto salga adelante.

¿Es difícil mantenerse con los pies en el suelo después de un éxito tan grande y siendo tan joven?

A mí no me lo parece. Nunca he tenido que esforzarme por mantener los pies en el suelo. Pero creo que va también en la persona. Si eres un poco egocéntrico y te va la marcha, por así decirlo, y das un paso como el mío puede incentivar a que el éxito se suba. No es mi caso. A mí quizá me cuesta más el mundo social.

Explícame eso.

A veces hay cosas que antes eran normales y ya no pueden serlo tanto. Por ejemplo, dar un paseo por el Retiro o ir de compras a Gran Vía. Aún intento hacer cosas como cualquier chaval, pero sí que hay esa parte de que te quitan la tranquilidad social.

Uno de tus últimos proyectos ha sido la serie Diario de un gigoló, que has rodado en Argentina. ¿Cómo ha sido grabar en América?

La verdad que una grata sorpresa. Fue muy bonito conocer gente nueva, aunque es verdad que tenía la responsabilidad de ser el protagonista y justo el rodaje, además, pilló en pandemia. Tuve que estar aislado durante tiempo, nos hacían tres o cuatro PCR´s semanales… Fue una experiencia dura. Bonita, pero dura. Puede que haya sido el rodaje más intenso de mi vida.

¿Se hace duro o solitario trabajar lejos de casa?

Sí, y eso que yo soy una persona bastante solitaria. Yo vivo solo y tengo que aprender a convivir contigo mismo. Obviamente tengo amigos y también a mi perro Zeus, que es como mi hijo. No es igual estar solo que sentirse solo y yo a veces sí que me he sentido así. Hay días y días. Los rodajes fuera de casa son duros y si necesitas una palmadita en la espalda no tienes a nadie, te la tienes que dar tú mismo.

¿Cómo te has preparado para el papel?

Conocí a un chico que se dedicaba a lo mismo que mi personaje, que era gigoló. A él, por ejemplo, no le gustaba que le llamaran así, le gustaba más el nombre de acompañante. Estuve viéndolo y hablando con él dos semanas, y aprendí cosas que luego pude incorporar al personaje. Por ejemplo, incorporé la manía que él tenía con el orden. Así el personaje se hacía más creíble, más humano.

¿Qué significa para ti la interpretación?

Un trabajo que jamás soñé pero que siempre esperé. No sabía que era la interpretación, pero yo pasé por esa búsqueda, no encontraba muy bien a qué dedicarme hasta que llegaron Yolanda Serrano y Eva Leira, las directoras de casting de El Niño, y me pusieron en el camino.

Pero no todo será interpretar… ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Me gusta mucho leer, el deporte, sobre todo el fútbol, estar con amigos… Cosas muy normales. Lo que no me gusta es el mundo de la noche, de las fiestas. A ver, llegué a Madrid con 20-21 años y estaba verde como una lechuga, alguna fiesta cayó (Ríe). Pero justo me valió para darme cuenta de que eso no va conmigo. Disfruto de otras formas. Por ejemplo, leyendo a Stephen King. Me gusta cómo, solo con las letras, puede hacerte sentir miedo.

¿El terror es un género que te gustaría probar en el cine?

Sí, la verdad. O incluso la comedia. También los superhéroes. Desde pequeño he sido muy fan. Antes de ser actor, incluso, veía Capitán América o Spiderman y pensaba, «cómo tiene que molar ser ellos».

Acabas de presentar una nueva colección de zapatillas con WeBrave. ¿Qué te llevó a embarcarte en este proyecto?

Siempre me gusta poner los huevos en diferentes sitios. Eso ha sonado un poco mal. (Más risas). Te juro que en mi cabeza lo estaba viendo de otra forma. No, bromas aparte, me gusta hacer cosas diferentes. Además, están hechas con materiales ecológicos y la verdad que estoy muy contento.

¿Crees que es importante que nos dirijamos hacia un modelo más sostenible?

Creo que es muy importante. A largo plazo es imposible mantener este nivel de explotación, donde tenemos todo lo que queremos y cuando lo queremos. Si tenemos la oportunidad de reutilizar materiales y que además sean biodegradables, lo tenemos que hacer. Para cambiar el mundo tienes que empezar cambiando las pequeñas cosas.

Si pudieras decirle algo a ese chico de 21 años que se presentó por primera vez al casting de El Niño, ¿qué sería?

Le diría que llevara la guardia un poco más alta, porque se va a llevar alguna hostia que otra que no se espera. No le diría mucho más, porque al final todo lo que viví con 21, tanto los aciertos como los errores, es lo que forma parte de mí con 30. Lo importante es que te caes, te echas betadine y agua oxigenada y te levantas. No hay otra.

¿Qué más proyectos tienes entre manos?

Tengo una participación pequeña en la serie Cristo y Rey, de Atresmedia, en la que interpreto a Paquirri, el torero. Pero de momento estoy tranquilo. Quiero pasar estas fiestas cuidando de los míos y cuidándome a mí, no solo física, también mentalmente. Creo que la salud mental es incluso más básica que la física, y ya cuando terminen las fiestas pondremos el modo producir otra vez y veremos qué surge.


Texto: Marina Marroquín
Fotógrafo: Mario Sierra
Estilismo: Nirave Sánchez
Maquillaje y peluquería: Paula Soroa


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