Milán Fashion Week
Para el Otoño-Invierno 2023, Maximilian Davis vuelve a Hollywood, el segundo hogar de Salvatore Ferragamo, para inspirarse en los armarios de las estrellas con las que la casa trabajó a lo largo de la década de 1950. Vista a través de la lente de la modernidad depurada, su belleza hiperfemenina adopta un futurismo alienígena; los volúmenes y siluetas de la época quedan claramente relegados.
«Así empezó Ferragamo, fabricando zapatos para películas en los años 30, y así creció su relación con estrellas del cine como Sophia Loren y Marilyn Monroe en los años 50», explica Davis. «Me interesaba utilizar su glamour y belleza, y su forma de vestir, como referencia, pero viendo cómo podíamos hacer que pareciera moderno para hoy».
Exploradas con la precisión lineal que define la expresión de Davis, las siluetas de mediados de siglo encuentran una pureza gráfica: una falda de baile que ahora se ve en nailon blanco óptico; un corte cocoon adoptado de la alta costura de los cincuenta aplicado a una bomber técnica recortada y a camisas. La sastrería de doble faz ofrece una claridad nítida y cinematográfica o, encogida y entallada en la cintura, actualiza la tradición a través de la facilidad de su gabardina de lana elástica.
Un vocabulario de cortes altera la sensibilidad clásica: trajes con cortes afilados, o pieles que se abren para revelar pinceladas de color, hablan tanto de la exigente estética de Davis como del espíritu disruptivo de los «greasers» de los años cincuenta. Los códigos del vestuario de los moteros aparecen entremezclados, en terciopelo flocado o vaqueros metalizados recubiertos, camisetas blancas de viscosa y zapatos brogue abultados en la puntera.
Los estampados exóticos de los archivos se someten a escaneado y tratamiento antes de aparecer serigrafiados sobre o accesorios de cuero y piel de poni, con una ligera distorsión «para que parezcan piezas de herencia, tomadas del pasado pero traídas al futuro». El lenguaje ornamental de un zapato de archivo, fabricado originalmente en 1956 en oro de 18 quilates, se revive a través de detalles clave: su forma angulosa inspira de los tacones de aguja, su cuerda trenzada aparece como una correa de asa superior. Una silueta de bolso de la temporada SS98 se reelabora en nuevas proporciones y con nuevos apliques; el bolso Wanda aparece en una infinidad de nuevas personificaciones.
La elegante evolución de los pañuelos, un código clave de Ferragamo, aparece en contraste con las siluetas más estrictas. «Quería introducir el lado más romántico de los años cincuenta, y los dos elementos parecen contrastar tan directamente -lo etéreo frente al rigor- que de algún modo van de la mano», explica Davis. La aparición de esa elegancia relajada, expresada en mangas de ala de murciélago y detalles drapeados renacentistas, presenta un contrapunto al glamour fetichista de alto voltaje de los minivestidos de lamé brillante y charol que surge al final de la colección. «Esta es mi visión de lo que la gente de los años 50 pensaría del futuro: metálicos alienados y mucho brillo», dice Davis.
Ese sentimiento consolida el espíritu de la temporada: imaginar y reinventar épocas dispares y estéticas cinematográficas que, a través de la nueva lente de Ferragamo, encuentran una decidida modernidad.
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