El reloj de pulsera es una maravilla de la ingeniería. Los relojes tienen cientos de piezas minúsculas, ensambladas meticulosamente por artesanos que se remontan a los relojeros de tiempos de la reina Isabel o incluso de Napoleón.
Antes de la Gran Guerra, estos artesanos se dedicaban a fabricar relojes de bolsillo, un accesorio muy característico del caballero de la época. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial, los soldados descubrieron que los relojes de pulsera, pequeños y fáciles de mantener, eran una ventaja en las húmedas trincheras.
Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, los jóvenes bien vestidos querían emular a los gallardos héroes de la guerra, y los relojes de pulsera se convirtieron en algo imprescindible.
Hoy en día, sin embargo, los relojes se han descuidado y, con la proliferación de los teléfonos móviles, se consideran un accesorio poco útil y anticuado. Pero un buen reloj es mucho más que una pieza que marca la hora: es un accesorio para cualquier ocasión, un símbolo de elegancia, una inversión y, si decides transmitir el tuyo, es un legado. Para aquellos que quieran tomarse sus relojes un poco más en serio, he aquí cinco señales seguras para identificar un reloj de calidad.
CÓMO IDENTIFICAR UN RELOJ BUENO
Signo uno: el peso del reloj
El peso es bueno. El peso es fiable. El peso también es un signo de fiabilidad para los relojes. La verdad es que un reloj de calidad debe sentirse como un reloj de calidad. Los componentes y las piezas que conforman un reloj son extremadamente complejos y ocupan una buena cantidad de espacio y peso. Cuando te lo pones, debe parecer un reloj de verdad, y no un juguete.
Signo dos: el movimiento (el barrido)
Seguramente habrás oído hablar del «barrido» o de que los relojes de alta calidad no hacen ese «tic-tac» tan característico. Cuando se coge un Cartier o un Chopard, la pequeña aguja que mide el paso de los segundos se desliza sin esfuerzo.
En realidad, todos los relojes de pulsera hacen tic-tac. Sin embargo, en un verdadero reloj de calidad, el mecanismo interno (el movimiento) está tan afinado y tan bien construido, que estos tics se producen hasta nueve veces por segundo, produciendo un barrido impecable. Esta es la diferencia entre un movimiento de cinco euros y uno que cuesta cientos de euros.
Signo tres: el nombre y la tradición
Por muy burdo que sea, un reloj con nombre tendrá mucho más éxito que un reloj sin nombre. La tradición, las leyendas y la reputación contribuyen en gran medida a convertir un reloj normal en un reloj extraordinario. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, a los oficiales británicos capturados se les confiscaban sus relojes de pulsera.
Cuando el fundador de Rolex, Hans Wildorf, descubrió esta situación, ofreció relojes a los prisioneros aliados bajo la modalidad de «pague cuando gane la guerra». Se enviaron más de 3.000 relojes bajo este programa y la reputación de Rolex se disparó. Un reloj es algo cuya leyenda debería sobrevivirle a quien lo lleve (y es muy poco probable que en tu funeral alguien se pelee por ver quién se queda con tu baratija con agujas).
Signo cuatro: marca suiza
La falsificación, la globalización y el marketing han hecho su trabajo para confundir y abrumar al consumidor, pero el gobierno suizo ha hecho todo lo posible para garantizar que sólo los relojes que cumplen con sus estrictas normas lleven la marca Swiss Made.
Legalmente, sólo los relojes cuyos movimientos se ensamblan, encajan e inspeccionan en Suiza pueden llevar la marca «Swiss Made». Los que se fabrican con movimientos suizos y se ensamblan en otros lugares llevan la mención «Movimiento suizo».
Aunque las empresas de fuera de Suiza pueden tener una fuerte tradición relojera propia, el signo más seguro de calidad y fiabilidad son dos simples palabras: «Swiss Made».
Signo cinco: la precisión
Por muy obvio que sea, un reloj debe ser capaz de mantener la hora razonablemente bien. Mientras que los relojes que funcionan con un movimiento de cuarzo se mantienen precisos gracias a la oscilación de un cristal de cuarzo cuidadosamente cortado, el reloj mecánico, menos preciso, sigue siendo el estándar del lujo.
Estos relojes funcionan con los movimientos precisos de una compleja serie de engranajes y muelles. Mantenidos en funcionamiento mediante el movimiento de un péndulo de cuerda automática o un muelle real de cuerda manual, estos relojes pierden inevitablemente segundos al día.
Los relojes más precisos del mundo se someten a rigurosas pruebas y se denominan cronómetros. Los relojes fabricados en Suiza son sometidos a pruebas por el Instituto Oficial Suizo de Pruebas de Cronómetros, y su precisión es de diez segundos diarios. Certificaciones como ésta pueden significar la diferencia entre un reloj que resiste los rigores del tiempo, y relojes que sus nietos tendrán que revisar semanalmente.
Falsificaciones
La triste realidad es que muchos de estos signos pueden ser, y son, falsificados. Aunque existen precauciones legales para evitar que la gente falsifique relojes y marcas, francamente, al falsificador no le importa.
Al gángster malayo que graba las palabras «SWISS MADE» en la esfera de un Rolex falso no le asustan especialmente las precauciones legales que haya tomado la UE. Por lo tanto,eres tu quien debe tener cuidado.
Compra sólo en distribuidores de confianza y pide a un relojero cualificado que inspeccione todo aquello sobre lo que tengas dudas. Hay algunos hombres a los que no les importa llevar una falsificación, si con ello se ahorran unos cuantos miles de euros. Ahora bien, como expertos relojeros que somos en esta revista, déjanos asegurarte que, una vez que los dos relojes están uno al lado del otro, la diferencia es como la noche y el día. Las agujas de un buen reloj se deslizan sin esfuerzo por la esfera, los detalles son más sutiles y refinados, y el reloj sencillamente, se ve bien.
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