Gracias a este avance médico es posible que en un futuro no muy lejano un rápido escáner cerebral permita identificar el mejor tratamiento para tratar la depresión de forma individualizada y eficaz.
Las imágenes cerebrales combinadas con el aprendizaje automático permiten identificar diferentes subtipos de depresión y ansiedad, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Stanford Medicine, en Estados Unidos.
El estudio, que se publica en la revista Nature Medicine, clasifica la depresión en seis subtipos biológicos o biotipos, e identifica los tratamientos que tienen más o menos probabilidades de funcionar para al menos tres de estos subtipos.
En palabras de Leanne Williams, se necesitan desesperadamente mejores métodos para emparejar a los pacientes con los tratamientos. Williams, autora principal del estudio y profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Stanford Medicine, perdió a su pareja a causa de un proceso depresivo en 2015. Desde entonces, esta psiquiatra ha centrado su trabajo profesional en el campo de la llamada psiquiatría de precisión.
Un paso firme hacia la psiquiatría de precisión
No hay que olvidar que la psiquiatría de precisión es un enfoque relativamente nuevo dentro del campo de esta especialidad médica que busca personalizar y optimizar el tratamiento de los trastornos mentales utilizando información específica de cada paciente. Este abordaje se apoya en avances en áreas como la genética, la neuroimagen y la biología molecular que permiten identificar biomarcadores capaces de predecir la respuesta de un enfermo a determinados tratamientos.
Recordemos que un biomarcador es una medida biológica objetiva que se utiliza para evaluar estados fisiológicos, patológicos o farmacológicos. También se lo conoce como marcador biológico. Estos chivatos de laboratorio pueden ser proteínas, genes y metabolitos, entre otras moléculas específicas, que se encuentran en fluidos corporales como la sangre, la orina y los tejidos biológicos.
Sin duda alguna, los biomarcadores son útiles en la investigación médica y clínica porque pueden indicar la presencia de una enfermedad, el estado de salud de un individuo, la respuesta a tratamientos concretos o la exposición a factores ambientales.
Las terapias antidepresivas no funcionan del todo bien en tres de cada cuatro pacientes
Según los expertos, las terapias no funcionan del todo bien en el 75 % de los pacientes con depresión, un trastorno mental común que afecta al 3,8 % de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima que esta enfermedad afecta a casi 300 millones de personas e incide de manera preocupante en las tasas de mortalidad y morbilidad, además de ser la causa principal de incapacitación.
Curiosamente, la depresión es aproximadamente un 50 % más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. En todo el mundo, más del 10 % de las embarazadas y de las mujeres que acaban de dar a luz experimentan depresión. Es más, cada año se suicidan en el mundo más de 700.000 personas afectadas por este trastorno del ánimo; el suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo de edad que va de los quince a los veintinueve años.
La depresión es un trastorno de la mente que se caracteriza por una tristeza persistente y la pérdida de interés en actividades que normalmente se disfrutan. Viene de la mano de una incapacidad para llevar a cabo las actividades diarias durante al menos dos semanas seguidas.
Además de estos síntomas emocionales básicos, las personas con depresión pueden experimentar una variedad de síntomas físicos y psicológicos, como cambios en el apetito o el peso, trastornos del sueño y pérdida de energía o fatiga. También son frecuentes los sentimientos de inutilidad o culpa excesivos; la dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones; y los pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
La depresión afecta tanto a la mente como al cuerpo
La depresión es más que solo sentirse triste o pasar por un momento difícil; se trata de una condición seria que afecta tanto a la mente como al cuerpo. Puede ser desencadenada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.
El tratamiento puede incluir terapias psicológicas, como la cognitivo-conductual (TCC), la interpersonal y la dinámica; medicamentos antidepresivos y estabilizadores del ánimo; la modificaciones en el estilo de vida, la estimulación magnética transcraneal y la terapia electroconvulsiva (TEC), entre otros enfoques. La intervención temprana y un abordaje integral son cruciales para mejorar los resultados y la calidad de vida de las personas afectadas.
Pero alrededor del 30 % de las personas con depresión padece lo que se conoce como depresión resistente al tratamiento, lo que significa que múltiples tipos de medicamentos o terapias no logran mejorar sus síntomas. Y para hasta dos tercios de los individuos deprimidos, la opción terapéutica aplicada no consigue revertir completamente sus síntomas a niveles saludables.
El impreciso método de prueba y error
Esto se debe en parte a que no hay una manera óptima de saber qué antidepresivo o tipo de terapia podría ayudar de forma más eficaz a un paciente determinado. Normalmente, los medicamentos se recetan a través de un método de prueba y error, por lo que puede llevar meses e incluso años dar con un fármaco que funcione, si es que alguna vez sucede.
Y pasar tanto tiempo probando un tratamiento tras otro, sin experimentar el esperado alivio, puede empeorar los síntomas de la depresión, según los expertos.
«El objetivo de nuestro trabajo es averiguar cómo podemos hacerlo bien a la primera —declara Williams en una nota de prensa emitida por Stanford Medicine. Y añade—: Es muy frustrante estar lidiando en el campo de la depresión y no disponer de una mejor alternativa a este enfoque único para todos».
Los biotipos predicen la respuesta al tratamiento
Para comprender mejor la biología subyacente a la depresión y la ansiedad, Williams y sus colegas evaluaron a 801 participantes que habían sido diagnosticados previamente con depresión o ansiedad con la ayuda de la tecnología de imágenes conocida como resonancia magnética funcional (fMRI).
Recordemos que la fMRI es una técnica de neuroimagen que permite estudiar la actividad cerebral en tiempo real mientras una persona realiza tareas mentales o se encuentra simplemente en reposo. A diferencia de la resonancia magnética convencional (MRI), que muestra la estructura anatómica del cerebro, la fMRI se centra en los cambios en el flujo sanguíneo y la concentración de oxígeno en diferentes áreas del cerebro, lo cual está estrechamente relacionado con la actividad neuronal.
Williams y sus colegas de Stanford Medicine escanearon los cerebros de los voluntarios en reposo y cuando estaban inmersos en diferentes tareas diseñadas especialmente para probar su funcionamiento cognitivo y emocional. Los científicos se centraron en las regiones del cerebro y las conexiones entre ellas que se sabe de antemano que desempeñan un papel más o menos relevante en el desarrollo y mantenimiento de la depresión.
Identificadas media docena de zonas cerebrales relacionadas con la depresión
Utilizando un enfoque de aprendizaje automático conocido como análisis de conglomerados para clasificar en diferentes grupos las imágenes cerebrales de los pacientes, el equipo de Williams logró identificar seis patrones distintos de actividad en las regiones cerebrales seleccionadas para la depresión.
Los científicos también eligieron al azar a 250 participantes del estudio para que recibieran uno de los tres antidepresivos de uso común o de terapia de conversación (psicoterapia). Los pacientes de uno de los subtipos, que se caracteriza por una hiperactividad en las regiones cognitivas del cerebro, experimentaron la mejor respuesta a la venlafaxina —un antidepresivo de la clase inhibidor de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN)— en comparación con aquellos que caen en otros biotipos depresivos.
Por otro lado, el grupo de voluntarios pertenecientes al subtipo cuyos cerebros en reposo muestran niveles más altos de actividad entre tres regiones asociadas con la depresión y la resolución de problemas, manifestaron un mayor alivio de los síntomas con la ayuda de la terapia de conversación conductual.
¿Antidepresivos, psicoterapia o ambas cosas?
Y los voluntarios reunidos en un tercer subtipo, que compartían niveles más bajos de actividad en reposo en el circuito cerebral que controla la atención, eran menos propensos a ver una mejora de sus síntomas con la terapia de conversación que los de los otros cinco biotipos.
Los biotipos y su respuesta a la terapia conductual tienen sentido en base a lo que la neurociencia sabe sobre estas regiones del cerebro asociadas a los estados depresivos, según Jun Ma, profesor de Medicina en la Universidad de Illinois en Chicago (EE. UU.) y uno de los autores del estudio.
El tipo de terapia utilizada en su ensayo enseña a los pacientes habilidades para abordar mejor los problemas diarios, por lo que los altos niveles de actividad en estas regiones del cerebro pueden permitir que los deprimidos de ese biotipo adopten más fácilmente nuevas competencias.
En cuanto a los pacientes con menor actividad en la región asociada a la atención y el compromiso, Ma comenta que es posible que el tratamiento farmacológico como primera opción para abordar dicha hipoactividad pueda ayudar a esos pacientes a obtener un mayor beneficio, por ejemplo, de la psicoterapia.
Es la primera vez que la depresión puede explicarse por distintas alteraciones del funcionamiento del cerebro
«Que sepamos, es la primera vez que podemos demostrar que la depresión puede explicarse por distintas alteraciones del funcionamiento del cerebro —afirma Williams—. Se trata de una demostración de un enfoque de medicina personalizada para la salud mental basado en medidas objetivas de la función cerebral».
En otro estudio publicado recientemente, Williams y su equipo demostraron que el uso de imágenes cerebrales fMRI mejora la capacidad de diagnóstico para identificar a los individuos con probabilidades de responder al tratamiento antidepresivo.
En ese estudio, los científicos se centraron en un subtipo que denominan biotipo cognitivo de la depresión, que afecta a más de una cuarta parte de los depresivos y tiene menos probabilidades de responder a los antidepresivos estándar.
Una exactitud de más del 60 %
Al identificar a los pacientes de este biotipo cognitivo mediante IRMf, los investigadores predijeron con exactitud la probabilidad de remisión en el 63 % de los casos, frente al 36 % de exactitud sin utilizar imágenes cerebrales.
Gracias a esta mayor precisión, es más probable que los médicos acierten con el tratamiento a la primera. Los científicos estudian ahora nuevas terapias para este biotipo con la esperanza de encontrar más opciones para quienes no responden a los antidepresivos habituales.
Los diferentes biotipos también se correlacionan con diferencias en los síntomas y el rendimiento de las tareas entre los participantes del ensayo. Aquellos con regiones cognitivas hiperactivas del cerebro, por ejemplo, tenían niveles más altos de anhedonia, esto es, incapacidad para sentir placer, que aquellos con otros biotipos; también se desempeñaron peor en las tareas de la función ejecutiva.
Una nueva forma de abordar la depresión
Los pacientes de dicho subtipo que respondieron mejor a la terapia de conversación también cometieron errores en las tareas de la función ejecutiva, pero mostraron un buen desempeño en las tareas cognitivas.
Uno de los seis biotipos descubiertos en el estudio no mostró diferencias notables en la actividad neuronal en las regiones del cerebro seleccionadas para este trabajo en comparación con las personas sin depresión. Williams cree que es probable que no hayan explorado toda la gama de biología cerebral subyacente a este trastorno: como ya hemos adelantado, su estudio se centró en las regiones que se sabe que están involucradas en la depresión y la ansiedad, pero podría haber otros tipos de disfunción en este biotipo que sus imágenes fMRI no captaron.
Williams y su equipo están ampliando el estudio de imágenes neurológicas para incluir a un mayor número de participantes con depresión. También quiere probar más tipos de tratamientos en los seis biotipos, incluidos medicamentos que tradicionalmente no se han utilizado para la depresión.
Su compañera Laura Hack, profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, ha comenzado a utilizar la técnica de imágenes en su práctica clínica en Stanford Medicine a través de un protocolo experimental. El equipo también quiere establecer estándares fáciles de seguir para que otros psiquiatras en ejercicio puedan comenzar a implementar esta nueva forma de detectar los distintos tipos de depresión.
«Para realmente mover la psiquiatría moderna hacia la psiquiatría de precisión, necesitamos identificar los tipos de depresión así como los tratamientos que tienen más probabilidades de ser efectivos para los pacientes y administrárselos lo antes posible —plantea Ma. Y concluye—: Tener información sobre su función cerebral, en particular las firmas validadas que evaluamos en este estudio, ayudaría a informar sobre tratamientos y prescripciones más precisos para los individuos». Psiquiatría a la carta.