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Lo que comemos nos genera emociones tanto positivas como negativas: te contamos todo sobre la nutrición emocional

hombre comiendo por ansiedad hombre comiendo por ansiedad

Descubre la relación entre lo que comes y cómo te sientes, y aprende a gestionar mejor tu alimentación emocional.

No solo comemos para alimentarnos. La comida también es placer, cultura, refugio y, en muchas ocasiones, una respuesta emocional. Un mal día en el trabajo puede traducirse en un atracón de dulces; una cena con amigos, en una comida reconfortante y feliz. Lo que comemos influye en nuestro estado de ánimo y viceversa.

Sin embargo, cuando la alimentación se convierte en una vía de escape para gestionar emociones negativas, surgen problemas como la ansiedad o el hambre emocional.

Si quieres saber cómo los alimentos afectan a nuestras emociones y cómo aprender a regular sus efectos en nuestro bienestar, aquí te explicamos los secretos detrás de la nutrición emocional.

Relación entre la comida y las emociones

Desde tiempos remotos, la comida ha estado ligada a nuestras emociones. Comer no es solo una necesidad biológica; también es un acto social y, por supuesto, emocional. Celebramos con comida, buscamos consuelo en ciertos alimentos y, en ocasiones, comemos por impulso sin siquiera tener hambre.

La ciencia ha demostrado que ciertos alimentos activan neurotransmisores que influyen directamente en nuestro estado de ánimo, lo que explica por qué algunas comidas nos hacen sentir bien y otras pueden generar culpa o ansiedad.

Comer por hambre o por emociones: ¿cuál es la diferencia?

El hambre física y el hambre emocional son dos procesos distintos que a menudo confundimos:

  • Hambre física: Aparece de manera gradual, con signos claros como ruidos en el estómago, fatiga o dificultad para concentrarse. Se satisface con cualquier tipo de comida y desaparece tras alimentarnos.
  • Hambre emocional: Surge de forma repentina, generalmente como respuesta a una emoción intensa. Se manifiesta con antojos específicos (normalmente de alimentos altos en azúcares y grasas) y no se siente satisfecho incluso después de comer.

Las emociones negativas y su impacto en la alimentación

El estrés, la ansiedad, la tristeza o la soledad influyen en nuestra forma de comer. En muchos casos, recurrimos a alimentos poco saludables en busca de una gratificación inmediata. Esto se debe a que estos alimentos estimulan la liberación de dopamina, la hormona relacionada con el placer. Sin embargo, esta sensación es pasajera y suele llevarnos a un ciclo de consumo excesivo y al posterior sentimiento de culpa.

Para evitar caer en estos patrones, es útil identificar los desencadenantes emocionales que nos llevan a comer sin hambre.

«Llevar un diario de emociones y comidas es una herramienta eficaz para reconocer patrones y buscar alternativas más saludables para gestionar nuestras emociones»

Guillermo Rodríguez, CEO de PersonalEatY

Cómo potenciar las emociones positivas a través de la alimentación

Así como hay alimentos que generan emociones negativas, también existen otros que favorecen nuestro bienestar.

  • Dopamina y alimentos nutritivos: Los alimentos ricos en tirosina ayudan a aumentar los niveles de dopamina de manera natural. Incluir en nuestra dieta pavo, aguacates, nueces, huevos y pescado favorecen un estado de ánimo positivo sin recurrir a opciones poco saludables.
plato de comida sana con pavo, nueces, aguacate y pescado
  • Pon orden en tus comidas: el cuerpo humano necesita orden para potenciar todas sus funciones. Si queremos dejar de comer de forma impulsiva es fundamental tener orden en las comidas, es decir, hacer un buen desayuno (sin alimentos ultra procesados ni exceso de azúcares), una buena comida (con proteínas, verduras y carbohidratos) y una cena ligera y sana (a base de pesados blancos y verduras). Evita el picoteo y, sobre todo, evita meterle al cuerpo cualquier alimento procesado entre horas.
  • Serotonina y el bienestar emocional: Cerca del 95 % de la serotonina, la hormona del bienestar, se produce en nuestro intestino. Consumir alimentos ricos en triptófano, como el salmón, el queso, la avena o los huevos, ayuda a regular el estado de ánimo y reducir la ansiedad.
  • El poder de la comida casera y tradicional: Comer platos con los que tenemos vínculos emocionales positivos (como la comida casera o recetas familiares) también genera bienestar. Estos alimentos pueden evocar recuerdos felices y fortalecer nuestro sentido de pertenencia y satisfacción.

Consejos para regular la alimentación emocional

Si bien la relación entre la comida y las emociones es inevitable, podemos aprender a gestionarla de manera saludable. Aquí te dejamos algunos consejos:

  • Escucha a tu cuerpo: Antes de comer, pregúntate si realmente tienes hambre o si estás buscando calmar una emoción.
  • Lleva un registro de tu alimentación emocional: Anotar qué comes y cómo te sientes te ayudará a detectar patrones.
  • Encuentra alternativas saludables para gestionar tus emociones: Actividades como el ejercicio, la meditación o hablar con alguien de confianza ayuda a regular el estado de ánimo sin recurrir a la comida.
  • No te castigues: Comer emocionalmente no es algo malo en sí mismo. La clave está en mantener el equilibrio y no caer en un ciclo de culpa y restricción.
  • Incorpora alimentos que favorezcan tu bienestar: Asegúrate de incluir en tu dieta alimentos ricos en nutrientes que ayuden a mantener un estado de ánimo positivo.

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