7 mentiras limitantes que se adjudican a los hombres y que hay que eliminar ya de nuestra forma de pensar

Formas de pensar y de concebir al hombre prehistóricas, que presionan, acomplejan y ponen límites al desarrollo personal y que ya va siendo hora de que las desterremos de nuestra vida

Es una observación común que el cambio social está ocurriendo cada vez más rápido en esta nueva era, pero en un esfuerzo por aprovechar este cambio en la auto-mejora, estamos tratando de disipar siete mitos sociales de los que, aún a día de hoy, demasiados hombres son presos.

No debería sorprender que en el mundo actual nos encontremos en una sociedad cada vez más superficial, intoxicada por los filtros en las fotos, los videos de vidas lujosas y el número de seguidores que definen la popularidad de una persona. La omnipresencia de la publicidad, el atractivo de las celebridades y el propio carácter competitivo de la naturaleza humana, tanto económica como de otro tipo, contribuyen a que las definiciones de éxito sean estrechas y, de hecho, a que las definiciones de masculinidad sean más estrechas todavía. Una buena parte de esto también tiene que ver con la cambiante dinámica social sobre el tema del género y la idea de la llamada «masculinidad tóxica». Estas conversaciones pueden ser divisivas, pero al discutirlas aquí, esperamos exponer algunas mentiras clave sobre lo que significa ser un hombre y abordar cómo superarlas al navegar por la sociedad moderna.

Mentira nº 1: Un hombre debe ser independiente y resolver sus problemas solo

¿Cuál es la verdad de este asunto? En resumen, tener una red de apoyo no es algo de lo que haya que avergonzarse. De hecho, esto es cierto en múltiples frentes. Hablando en términos sociales, es muy importante que un hombre tenga buenos amigos y personas con quien desahogarse tranquilamente; la interacción humana y la salud mental van de la mano, y aunque las distracciones digitales y las crisis de salud pública como la pandemia de COVID-19 hacen que sea más fácil que nunca aislarnos, tener una red de apoyo en otros ámbitos también te preparará para un entorno de mayor éxito.

Dicho de otra manera, no tengas miedo de pedir ayuda para resolver un problema. Esto tiene dos beneficios claros: en primer lugar, puedes aprovechar la experiencia de la otra persona e incorporar sus habilidades a tu propio conjunto de habilidades para el futuro; y en segundo lugar, si eres cortés al respecto, es de esperar que esto florezca en una relación en la que los dos podáis seguir confiando el uno en el otro en el futuro cuando surjan problemas.

Mentira #2: La riqueza determina el valor de un hombre

Abordemos una mentira económica socialmente extendida y aceptada aunque encubierta: el valor intrínseco de un hombre debe estar siempre ligado a su cartera. La sociedad parece proponer la idea de que la medida de un hombre está ligada a su cuenta bancaria y a sus posesiones. Esto estuvo especialmente extendido en España no hace tanto tiempo, cuando la sociedad confundía a menudo quiénes eran las personas con lo que hacían (“Pero ese hombre con el que sales… ¿tiene un buen trabajo? ¿Una buena oposición? Será médico … ¿no?”). La clásica pregunta de “¿A qué te dedicas?” era un tema muy recurrente de conversación cuando alguien mostraba interés por conocerte. A parte de que esta pregunta puede ser muy incómoda, también puede ser algo superficial y limitante desde el punto de vista de la conversación.

La verdad subyacente a tener en cuenta aquí es que no deberías medir tu autoestima por tu valor neto, sino por el contenido de tu carácter. Si puedes causar un impacto positivo en los que te rodean y ser alguien que otros describirían como enriquecedor para sus vidas, entonces estás definitivamente en el camino correcto. No estamos diciendo que no debas trabajar duro para mantenerte a ti mismo y a tus dependientes económicamente; el trabajo duro es importante, por supuesto. Sólo decimos que no debes dejarte atrapar demasiado por una «carrera de ratas».

Mentira #3: Los hombres deberían seguir la misma trayectoria vital

Entremos ahora en una mentira socioeconómica más amplia: hay una progresión natural en la que todas las vidas deberían seguir. Todos estamos probablemente familiarizados con alguna variación de esta progresión: buena educación, buen trabajo, pareja romántica, matrimonio, casa-hipoteca, hijos, vacaciones, jubilación. Este plan de vida, sencillamente, no tiene que funcionar ni hacer feliz a todo el mundo. En primer lugar, porque la realidad económica actual, tanto en España como en otros países, hace no todo el mundo va a tener los medios para seguir esta progresión; y en segundo lugar, porque no todo el mundo va a querer seguir este estilo de vida, por mucho que lo haya visto en su familia, con sus padres y sus abuelos. La naturaleza de lo que constituye un trabajo sigue cambiando cada día, y un hombre no tiene por qué esforzarse durante todos sus años de juventud sólo para ahorrar dinero para una jubilación que quizá no llegue en el sentido clásico. Además, las actitudes sociales también están evolucionando en lo que respecta a las relaciones románticas. No todos los hombres van a desear una pareja y/o hijos, ¡y no pasa absolutamente nada! (“tío, que ya tienes 35 palos… habrá que ir pensando en casarse, ¿no?”).

Mentira #4: Los hombres no deben expresar sus emociones

A continuación, hablemos de la idea de que los hombres deben resignarse a ser menos emocionales que las mujeres. Francamente, esto es una gilipollez como un templo. La idea de que un hombre siempre debe contener sus emociones -o, de hecho, tener menos emociones- es uno de los principales factores que contribuyen a la idea de «masculinidad tóxica» antes mencionada. Dicho de otra manera: está bien sentir cosas y expresar esos sentimientos. La alfabetización emocional, o la capacidad de entender y comunicar lo que se siente, conducirá a relaciones interpersonales más fructíferas.

A menudo, los hombres están condicionados a creer que sus emociones son cosas simples; que sólo deben sentirse felices, tristes, enfadados o neutrales. Esto no podría estar más lejos de la realidad. Detrás de estos descriptores emocionales simplistas y planos, hay todo un espectro de factores motivadores. Siempre que sientas una determinada emoción (especialmente una fuerte), intenta dar un paso atrás y hacerte la sencilla pregunta de por qué. Luego, el siguiente paso es crucial: hablar con alguien sobre lo que sientes. Tener una caja de resonancia para trabajar e interpretar tus emociones te hará más capaz de superarlas si te preocupan, o simplemente de tener una mejor idea de tu composición emocional en general. Una vez eliminada la discusión emocional, vamos a entrar en el tema más espinoso de la masculinidad. En los dos siguientes puntos de esta lista, vamos a hablar de lo que significa ser un hombre en primer lugar. El autor y conferenciante Joe Ehrmann ha dado en el clavo con estas dos mentiras, así que lo hemos parafraseado aquí.

Mentira nº 5: La masculinidad se define por la fuerza física y la capacidad atlética

En primer lugar, repasemos la mentira que se enseña a muchos niños desde la escuela primaria: que su valor masculino tiene que ver con su fuerza física o su capacidad atlética. El que es más fuerte, más rápido, mete más goles o es más resistente físicamente suele ser el más premiado y elogiado, mientras que el más débil, sin habilidad ni para los deportes ni para meter goles, es apartado y en ocasiones, hasta humillado. Estas ideas se integran en la concepción que tiene un chico de su propia autoestima: la forma física, por sí misma, no es mala, y siempre debes esforzarte por sentirte personalmente sano y bien contigo mismo, pero ten por seguro que no tienes que ser un Adonis cincelado para ser un hombre. Si bien es cierto que es importante tratar de mejorar, hacer deporte y llevar una vida saludable, debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y aceptarlas. Eso nos ahorrará muchas frustraciones y desengaños por el camino.

Mentira #6: Un hombre se define por su popularidad, su dinero y su poder

Por supuesto, la condición física no es el único rasgo que se valora y se vincula al éxito de esta manera. La fortuna es otra, como ya hemos comentado, además de la popularidad. Incluso antes de la existencia de las redes sociales, un hombre resultaba más atractivo si tenía un buen círculo de amistades, estaba bien relacionado y gozaba de un buen puesto en su trabajo. La conclusión general es que no necesitas sentir que tienes que ser «el mejor» en algo; esfuérzate por conseguir un buen desarrollo personal y deja que tu talento sirva a los demás y te ayude a vivir mejor día a día.

Mentira 7: La masculinidad se consagra por la aceptación de una mujer

El siguiente gran mito sobre la masculinidad aparece un poco más tarde, en el desarrollo de la mayoría de los chicos que el que acabamos de comentar y, como es de esperar, tiene que ver con el sexo. Los chicos jóvenes, cuando comienzan a desarrollarse, suelen recibir el mensaje de la sociedad de que ser un hombre significa seducir, cautivar o conquistar a las chicas para validar su propia masculinidad y autoestima. Esto no sólo perjudica a los propios chavales. Debemos entender que no todos los chicos, en plena adolescencia, desarrollan las mismas cualidades ni pueden presumir de un físico comúnmente atractivo. Si bien es cierto que en la adolescencia es cuando se empiezan a tener las primeras inquietudes por ligar y tener los primeros contactos con chicas o chicos, es importante educar en esta edad la autoestima y el amor propio sin necesidad de la aprobación de los demás. Así evitaremos contribuir a una cultura de violencia hacia las mujeres y a los complejos que más tarde desarrollan los hombres.

En términos más sencillos: las personas, independientemente de su sexo, son personas y merecen ser tratadas con respeto. Por lo tanto, ten en cuenta los límites físicos y emocionales, y esfuérzate por ser un hombre al que todos busquen como fuente de apoyo y consuelo. Esto, de hecho, es una definición de fuerza tan verdadera como cualquier cosa física.