El Método Niksen, originario de los Países Bajos y respaldado por estudios que vinculan el frenético ritmo de vida con la ansiedad, nos ayuda a encontrar el equilibrio necesario entre la productividad y el descanso, promoviendo momentos de “nadería” que contrarrestan el estrés y fomentan la felicidad.
Por lo general, no hacer nada suele generar cierto sentimiento de culpabilidad, especialmente en una era donde los síndromes laborales más comunes se derivan del estrés y la constante ocupación. En nuestros ratos libres seguimos pensando en el trabajo e incluso intentamos “rellenar” nuestro tiempo de descanso con otras actividades. Pues toma asiento y relájate, sin pantallas y sin preocupaciones, y prepárate para aplicar el método Niksen, o lo que también podría ser considerado “el maravilloso arte de no hacer nada” (y no tener que sentirte culpable).
El método Niksen, más allá del significado de la palabra en sí misma (“no hacer nada”), es un concepto que pretende desmentir la idea de que pasar las 24 horas trabajando es sinónimo de éxito. Que trabajar sea esencial para lograr nuestros objetivos es una realidad, pero que parar un rato es más que necesario, también lo es.
La adicción al trabajo y el sentimiento de culpa que experimentamos cada vez que “no hacemos nada” se están convirtiendo en una realidad cada vez más común entre las personas pertenecientes a la generación de los Millennials y generaciones anteriores. Siempre nos han enseñado a buscar la hiperproductividad o lo que se conoce como “productivitis”, pero es crucial aprender a gestionar los momentos de ocio y relajación. Esto es esencial para permitir que nuestro cerebro se reinicie y funcione de manera más eficiente.
La psicóloga Camila Madero sostiene que el ritmo frenético al que nos sometemos en nuestro día a día es, además, la principal causa de la ansiedad y el estrés. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado el estrés como una de las grandes epidemias de nuestro siglo. Por esta razón, el Niksen, que se basa en la idea de hacer “nada” o disfrutar de momentos de “nadería”, puede tener efectos muy positivos en nosotros.
Es relevante considerar el origen de este método. El Niksen se originó en los Países Bajos, que, a pesar de ser uno de los países más pequeños de Europa, ocupa el quinto lugar en cuanto a la tasa de felicidad, según un estudio realizado por la Asamblea General de las Naciones Unidas a través de una encuesta de Gallup.
Debe ser que la teoría del Niksen está calando entre los neerlandeses sobre todo a raíz de la publicación del libro de Annette Lavrijsen “El arte neerlandés de no hacer nada”. A través de estas páginas, la autora detalla esta teoría defendiendo el poder de la pausa y explicando los beneficios de este método.
Teniendo en cuenta estos resultados, hay que señalar que la práctica del Niksen no hay que asociarla con la vagancia o la falta de productividad. Realizar el Niksen en períodos cortos pero frecuentes puede ayudarnos a normalizar esta práctica y a encontrar el equilibrio que necesitamos.
“No hacer nada” no está prohibido y además es necesario para que nuestra mente se renueve. El Niksen no es más que darle a nuestro cerebro el permiso de tomar pausas conscientes.
Asimismo, este método nos ofrece una perspectiva única dentro de las técnicas de mindfulness. A diferencia de otras prácticas, el Niksen no consiste en alcanzar un estado específico, sino en realizar un parón consciente que nos sirva de ayuda en el día a día. Sin embargo, no es incompatible con otras formas de toma de consciencia.
Claves del éxito del Método Niksen
Reconocer el valor de la pausa: En un mundo donde se nos incentiva a estar constantemente ocupados, Niksen nos recuerda que pausar y tomar un respiro es esencial para nuestro bienestar mental y físico.
Autoconciencia: El Niksen no es simplemente sobre quedarse sin hacer nada; es sobre tomar un momento consciente para uno mismo, sin distracciones.
Reducción del estrés: Al darle a la mente un descanso, disminuye el nivel de estrés y ansiedad, permitiendo un mejor enfoque y claridad en las tareas futuras.
Fomento de la creatividad: El tiempo de inactividad a menudo da lugar a la generación de ideas y soluciones innovadoras a problemas cotidianos.
Niksen ≠ Ser Vago
Es esencial comprender que el método Niksen no promueve la vagancia o la procrastinación. La diferencia radica en la intención y la conciencia:
Intencionalidad: Mientras que ser vago implica a menudo evadir responsabilidades, Niksen es un acto deliberado y consciente de pausar.
Recarga activa: Aunque parezca que no estás haciendo nada, tu cerebro está en realidad procesando, recuperándose y preparándose para las futuras tareas.
Temporalidad: Niksen no es un estado permanente, sino momentos específicos que eliges para desconectar y recargar.
Cómo aplicar el Método Niksen correctamente
Establece momentos específicos:
Dedica algunos minutos al día para “niksen”. Puede ser durante tu hora de almuerzo, antes de dormir, o en cualquier otro momento que te convenga.
Encuentra tu espacio:
Encuentra un lugar tranquilo, libre de distracciones, donde puedas sentarte o tumbarte cómodamente.
No fuerces pensamientos:
Permite que tu mente divague sin juzgar ni forzar ningún pensamiento en particular.
Limita las distracciones:
Apaga o silencia tus dispositivos electrónicos. El objetivo es desconectar, así que evita la tentación de revisar correos electrónicos o redes sociales.
Trátate bien:
Si encuentras que tu mente regresa a tus preocupaciones, simplemente observa esos pensamientos y luego déjalos ir. No te castigues por ello.
No abuses del Niksen
Aunque no hacer nada sea un buen método para reducir el estrés y aumentar la creatividad y la productividad, no podemos justificarnos en ello para dejar de atender a nuestras responsabilidades.
Como hemos comentado antes, el truco para que el Niksen funcione es a través de pausas frecuentes, pero breves. Al final, una vida excesivamente sedentaria y sostenida bajo “el arte de no hacer nada” puede repercutir en nuestra salud. No abuses de ello y tómalo como un apoyo al bienestar y no como un modo de vida.
Beneficios de aplicar el Método Niksen
Más allá de simplemente sentarse y dejar vagar la mente, el Niksen tiene una serie de beneficios palpables:
Mejora del Bienestar Mental: Darse un respiro consciente puede ayudar a reducir los niveles de estrés y ansiedad. Las pausas permiten que la mente procese y asimile la información, lo que puede dar lugar a una sensación de calma y claridad.
Fomento de la Creatividad: Permitir que la mente divague sin un objetivo específico puede dar lugar a chispazos de inspiración y creatividad. Las soluciones innovadoras a menudo surgen durante estos momentos de inactividad.
Aumento de la Productividad: Paradójicamente, el acto de “no hacer nada” puede mejorar nuestra productividad. Al darle a la mente un descanso regular, se puede abordar el trabajo con un enfoque renovado y energizado.
Mejora de la Salud Física: El estrés crónico puede tener efectos nocivos en el cuerpo, como presión arterial alta, problemas cardíacos y trastornos del sueño. Al reducir el estrés a través del Niksen, también se pueden prevenir o mitigar algunos de estos problemas de salud.
Fortalecimiento de la Autoconciencia: Dedicar tiempo a la introspección sin distracciones permite una mayor conexión con uno mismo. Puede llevar a un mejor entendimiento de nuestros propios pensamientos, sentimientos y deseos.
Mejora de la Calidad del Sueño: Al reducir la ansiedad y el estrés, y al permitir que la mente procese los acontecimientos del día, es más probable que se logre un sueño más profundo y reparador.
Prevención del Agotamiento: En una era donde el “burnout” o agotamiento profesional es común, el Niksen sirve como una herramienta preventiva, ofreciendo pausas regulares que rejuvenecen mente y cuerpo.
Fomento de una Vida Equilibrada: Practicar el Niksen puede ayudar a reevaluar nuestras prioridades y a encontrar un equilibrio entre el trabajo, el ocio y el descanso.
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