La localidad de Roussillon ha servido de escenario (más que idílico) del Mazda Colour Event, una ruta a través del pasado, presente y futuro de la fabricación de colores.
El olor a jazmín entra por la ventana, mientras atravesamos campos de lavanda, amapolas y muchísimos viñedos. ¡Qué viñedos! Y es que no todos los días se vuela a la Provenza francesa y mucho menos se conduce por sus calles al volante de un Mazda CX-30. Y quien diga lo contrario, ¡es un suertudo! En ese momento no éramos del todo conscientes, pero el Mazda Colour Event había empezado desde que nos subimos al coche. Porque el viaje a través de la historia no solo nos esperaba en el Ôkhra Ecomusée o en el hotel La Coquillade, sino que ya estábamos a bordo de una experiencia en la que los colores y la artesanía iban, desde el principio, en la misma dirección.
Primera parada: una antigua fábrica de ocre
Quien bien conoce Mazda, sabe que si por algo se caracteriza la marca nipona es por su espíritu artesanal y su diseño en sintonía con la naturaleza. De ahí que esta filosofía se traslade hasta la región de Luberon para presentarnos su gama de colores en una experiencia que rebobina hasta el origen de la pigmentación en sí mismo.
Desde el hotel La Coquillade, situado sobre una colina en Gargas y con unas vistas completamente excepcionales del monte Ventoux, pusimos rumbo al Ôkhra Ecomusée. Allí el paisaje se tiñó de un macizo con colores amarillos, dorados y rojizos, desvelando lo que estaríamos a punto de conocer. Una antigua fábrica de ocre abandonada que se había convertido ahora en un museo que ofrece formación a artesanos, enseña técnicas y ayuda al resurgimiento de la actividad. Aquí, la experta en colores Lucile Reynal de Saint Michel nos enseñó todo lo relacionado con la producción y el uso del ocre, que se había utilizado para fabricar pigmentos desde hace más de 300.000 años.
¿Recuerdas las pinturas rupestres? ¡Se hacían con ocre rojo! De ahí que muchos se refieran a la creación de colores como uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Y para Mazda, esto tiene un significado importantísimo, porque desde su equipo de diseño exploran estas técnicas artesanas para inspirarse y crear los colores de sus futuros modelos.
Segunda parada: la pintura en el diseño de Mazda
Tras fascinarnos con el paisaje, llenarnos las suelas de ocre y descubrir un poco más sobre este material ancestral, entendimos muchísimo mejor el papel que juega la pintura en el mundo del motor. Y es que da forma al diseño. Lo vimos a la perfección con nuestros Mazda CX-30, en los que llama la atención su carrocería sin aristas. Esto consigue resaltar la verdadera esencia de su color, que cambia por completo con la luz. Según si está en interiores o exteriores y cómo le dé el sol, los matices de la pintura son distintos a la vista.
Este contraste de luces y sombras se debe a su diseño Kodo, que se inspira en la tensión de los animales salvajes cuando están a punto de saltar. Es un lenguaje estético que busca captar el movimiento a través de las líneas. Y a día de hoy ha conseguido evolucionar hasta ser muchísimo más sutil, contenido y suave. Por eso no vemos líneas marcadas en las superficies laterales de los coches Mazda. El minimalismo reina en la estética japonesa y aquí, sin duda, ha encontrado su máxima expresión. Por eso, quedarte embobado mirando el coche ¡también es parada obligatoria!
Tercera parada: Melting Copper, azul y Soul Red Crystal
Como te puedes imaginar, con estos de Mazda, nada es aleatorio. Viajar por la Provenza francesa, conocer el ocre y todo lo relacionado con su extracción no era solo una historia que adornase la experiencia. Todo estaba meticulosamente pensado para que en el Mazda Colour Event llevásemos a la realidad todo lo que habíamos aprendido sobre los pigmentos. Un workshop que tenía como objetivo crear nuestros propios ocres y aprender hasta dónde llega la innovación y el desarrollo de los colores de la marca. Spoiler: no se eligen a dedo ni según cómo sople el viento ese día. Están pensados y repensados para acentuar el dinamismo del diseño Kodo. Y todo ello ligado a esa aspiración de crear coches que sean auténticas obras de arte.
Alena Gersonde, Diseñadora Senior de colores, materiales y acabados del Centro Europeo de Diseño de Mazda, nos contó cómo desde la marca revisitan procesos y materiales antiguos mientras exploran nuevas tendencias en coloración. “Trabajar con materiales reales refuerza el proceso de diseño”, contaba la experta. Y de hecho, una de sus últimas incorporaciones de color es el Melting Copper (inspirado en el cobre cuando empieza a fundirse), que precisamente se obtiene combinando pigmentos rojos y amarillos muy saturados. También están en busca de un azul único, inspirándose en el vínculo cultural con la región natal de la marca y haciendo pruebas con tintes de índigo. Y por supuesto, lo mismo ocurrió en su momento para idear el “Rojo Mazda”, que se fue consolidando como el color emblema de la marca y perfeccionándose para adaptarlo al nuevo diseño Kodo.
Cuarta parada: los colores Takuminuri
Por fin (estábamos impacientes), en esta parada del Mazda Colour Event descubrimos de dónde vienen los preciosos colores metalizados y cómo se consigue realmente ese acabado tan elegante en la carrocería de sus coches. Hasta ahora, solo era posible en prototipos pintados a mano, pero gracias a la tecnología Takuminuri (takumi: maestro artesano, nuri: pintura), se ha conseguido un resultado equivalente en los modelos de producción en serie. ¿El gran secreto? Su estructura de pintura en 3 capas: una capa reflectante, una capa intermedia traslúcida de color y una capa final transparente. Se aplica con altísima precisión y el efecto es similar al de la pintura a mano de un artesano. El resultado es un brillo metalizado intenso que podemos ver sobre 4 tonos: Machine Gray, Soul Red Crystal (su color insignia), Rhodium White y Artisan Red.
Antes de volver a rodearnos de viñedos, Alena nos contó que el tamaño de los coches influye en el diseño de los colores. Ya te puedes imaginar que no es lo mismo crear un color para un coche pequeño que para uno grande. Y lo mismo ocurre con los coches eléctricos o los de combustión interna. Aunque desde la marca japonesa buscan idear colores que queden bien en todos los modelos de la gama, como ocurre con su icónico Soul Red Crystal, también desarrollan colores específicos para modelos concretos. “En general, los tonos oscuros hacen que un coche parezca más pequeño. Y eso, en el caso de un SUV grande, puede reducir visualmente la sensación de potencia. En cambio, los tonos claros hacen que un vehículo parezca más grande, lo cual puede ser un efecto deseable en un coche pequeño”, comentaba Alena. Vamos, que todo está más que pensado, amigos.
El Artisan Red y el nuevo Mazda CX-80
Y en esta ruta de campos de lavanda, no solo recorrimos la Provenza en el CX-30, sino que pudimos deleitarnos con uno de los nuevos colores Takuminuri en vivo y en directo: el Artisan Red. Diseñado para modelos de plataforma grande, va a formar parte de la paleta de colores del Mazda CX-80, un impresionante SUV de 3 filas con capacidad de hasta 7 plazas. Con versión Híbrido diésel MHEV e híbrido enchufable, llegará este 2024 a los concesionarios.
Desde la marca describen el color como “un vino envejecido en roble” y los viñedos sin duda le hacen de croma perfecto, sobre todo al atardecer. Algo curioso es que su capa translúcida contiene el mismo pigmento que el utilizado para el Soul Red Crystal. Pero en la capa reflectante las partículas de aluminio están alineadas igual que en el Rhodium White. Incluso se ha tomado del Machine Grey el pigmento negro azabache que intensifica las sombras. O sea que podríamos decir que es como un buen vino, elaborado con las mejores uvas.
Y es precisamente tras bebernos las uvas, disfrutar de la gastronomía, viajar en coche, velero y avión, que el Mazda Colour Event había llegado a su fin. Le dijimos adiós (o mejor, “hasta pronto”) a la Provenza francesa. Y le mandamos un saludo a los takumi, que saben perfectamente que para capturar el corazón de un conductor, el placer no solo radica en el “brum brum” del motor. Sino en la experiencia, el diseño y el color del coche. Para que la próxima vez que mires tu Mazda, simplemente pienses “ese cochazo es el mío”.