Entrevista al actor Carlos Soroa: «En mi familia somos todos sordos y siempre hemos normalizado la situación. Pero en la educación ha sido difícil encontrar intérprete y tuve que pedir ayuda»

actor-Carlos-Soroa-sordo

Carlos Soroa es el primer actor sordo en protagonizar un proyecto de la todo poderosa plataforma Netflix. El joven intérprete utiliza el lenguaje del corazón para contarnos cómo superar las barreras que la vida le ha puesto para cumplir su sueño.

No tengo que esperar mucho hasta que, por fin, se conecta. Carlos Soroa (Madrid, 1991) aparece en la pantalla de mi ordenador, vestido con una camiseta gris y una sonrisa que no puede ocultar. A pesar de que en estos tiempos de pandemia parece que la videollamada ha venido para quedarse (y que en esta ocasión no nos hemos podido ver en persona), no es necesario tenerle al lado para percibir su alegría y su emoción, tan grandes que consiguen atravesar los píxeles del monitor como si no existiera distancia alguna.

Se le ve feliz y no es para menos. Carlos se ha convertido en el primer actor sordo en tener una serie en Netflix España, Bienvenidos a Edén, todo un hito en la industria audiovisual de nuestro país del que se puede sentir bien orgulloso. Actor sordo, que no sordomudo, como él mismo bien puntualiza. Un error muy extendido en el que la mayoría, incluida yo, hemos caído alguna vez. «Los sordos, en su inmensa mayoría, tenemos la voz bien», explica,  «y con ayuda de un logopeda muchos consiguen hablar, no tan bien como un oyente, porque no has podido escuchar las palabras, pero sí hablar y gritar como cualquiera».

Aunque sus inicios no fueron fáciles, él dice sentirse afortunado. Procede de una familia en la que son todos sordos, por lo que la lengua de signos siempre ha estado para él muy normalizada. Nunca se ha sentido apartado ni incomprendido, pero la interpretación es un mundo complicado y, según él mismo confiesa, la falta de referentes en los que poder verse reflejado ha sido algo que le ha lastrado durante mucho tiempo.

Sin embargo, esto no le impidió intentar cumplir su sueño, y después de algunos cortometrajes y obras de teatro, por fin ha conseguido su primer papel importante en una de las series con mejor estreno de la última temporada de Netflix. En Bienvenidos a Edén Carlos da vida a Eloy, uno de los jóvenes que residen en esa pequeña comunidad apartada que han creado en la isla de Edén. ¡Pero dejemos que sea él quien nos lo cuente!

Cuéntanos, Carlos, ¿cómo cayó el papel de Eloy en tus manos?

Pues creo que te va a sorprender. Me llegó a través de Instagram un llamamiento de que estaban buscando actores sordos para hacer de este personaje. Al principio pensé que iba a ser imposible, que no iba a salir, pero decidí intentarlo. En ese momento yo trabajaba en un hotel como cocinero y la interpretación era más una afición. Pero como tenía muchas ganas, dije voy a apostar por ello. ¡Y mira, finalmente hice el casting y quedé seleccionado!

¿De dónde te viene esta pasión por la interpretación?

Desde pequeño. Siempre me ha gustado, es una afición que ha estado ahí desde siempre. Cuando estudiaba en el colegio había muchas funciones de teatro y fomentaban mucho que participáramos. Y en casa era gracioso, porque cuando veíamos la tele, como no había subtitulado, yo me colocaba ahí al lado como si fuera intérprete y me inventaba lo que estaban diciendo, hacía un poco el teatrillo.

Así que ya eras un actor en potencia.

Sí, eso parece (se ríe). Luego hice el bachillerato artístico y me di cuenta de que me encantaría actuar, pero no tenía ningún modelo, ningún referente. En el mundo artístico no había personas sordas, por lo que terminé optando por la cocina, que también era un mundo que me gustaba y pensé que iba a ser más fácil.

Así que has compaginado tu profesión de cocinero con la de actor.

Sí, antes de Bienvenidos a Edén he participado en 10-12 cortometrajes, pero todos para concursos y festivales que se organizan dentro de la comunidad sorda. Y tuve la suerte de participar en un capítulo de Centro Médico.

Pero, según tengo entendido, también tienes experiencia en teatro.

Sí, en Navidades estuve en el Centro Dramático Nacional haciendo una obra de teatro. Yo era el único actor sordo y la obra al representarse tenía subtitulado. Fue todo un éxito, se agotaban las entradas según salían. Fue un gran reto, porque tienes el contacto directo con el público y, como está subtitulado, tienes que ir adaptando para que vaya todo a la vez. A raíz de este éxito es cuando ha venido todo lo demás.

Además de la falta de referentes, ¿qué más obstáculos te has encontrado por el camino?

Depende de la situación y del momento. En mi caso puedo decir que he tenido suerte, no me he encontrado con muchas barreras, porque en mi familia somos todos sordos y siempre hemos normalizado la situación. Sin embargo, en la educación no es fácil encontrar intérprete y a veces me tocaba pedir a alguien que colaborara. Las nuevas tecnologías, eso sí, nos han ayudado mucho, con ellas íbamos salvando la situación. Pero quizá la mayor barrera pueda ser cuando estamos en grupo. Si hay una o dos personas me puedo arreglar, pero si ya son muchos los que hablan a la vez es muy complicado. En el rodaje, por ejemplo, cuando los compañeros empiezan a hablar al mismo tiempo yo me pierdo y no puedo seguirles el ritmo. Pero si tengo intérprete y puedo contar con ella es más fácil.

Imagino que el covid tampoco habrá ayudado mucho.

No, para nada. El covid supuso una barrera extra. Comunicarse con las mascarillas era agotador, fue un añadido con el que no contábamos.

Bienvenidos a Edén se ha convertido en uno de los mejores estrenos de Netflix España de los últimos tiempos. ¿Os esperabais este éxito? ¿A qué crees que se debe?

Yo creo que es una historia muy diferente de las que se venían contando. Está dirigida a un público joven y hay mucha diversidad de personajes, cada uno con una historia muy diferente. Al principio puede dar la sensación de que es un poco rara, que hay mucha información, pero enseguida se va desentrañando y ves que tiene muchas cosas que contar.

¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje, de Eloy?

Que es muy inteligente. Al principio puede parecer muy buenín, y dar la impresión de que no va a hacer nada, pero luego en realidad es un tío muy potente y muy listo, que sorprende. Sabe cómo moverse entre los dos mundos, por una parte el más cercano a la fundación debido a su relación con Orson, y por otro el de la resistencia. Me gusta cómo le ve la gente, muy bueno, pero luego ¡caray! Hace cosas que no te esperas.

¿Cómo te preparas tus papeles? ¿Sigues alguna técnica de interpretación?

Yo no tengo una formación de interpretación como tal, pero el año pasado sí que es verdad que me apunté a unos talleres para trabajar con el cuerpo e ir profundizando y cogiendo herramientas. Pero como no tenía intérprete a veces era un poco difícil, porque muchas de las actividades que se proponían eran para oyentes.

¿Como por ejemplo?

Por ejemplo, un ejercicio consistía en cerrar los ojos y seguir el sonido, y era un poco complicado. Pero seguí porque quería formarme para sentirme más competente. Por suerte, para preparar el papel en el rodaje de Bienvenidos a Edén nos pusieron una coach, Aída, que es maravillosa, y ella te ayuda a meterte en el papel para interpretar las secuencias. Y luego está la intérprete y entre las dos lo vamos preparando. Si no estuvieran, si no contara con esas dos figuras, sería muy difícil.

¿Ha sido diferente la preparación de este personaje con respecto a los anteriores que has interpretado?

Nada que ver. Mis personajes anteriores en los cortometrajes han sido más bien figuraciones. No eran personajes con conflictos, como en el caso de Bienvenidos a Edén. Y mi aparición en Centro Médico fue algo muy breve, una experiencia que me gustó, pero donde no tuve mucho tiempo para profundizar. En Bienvenidos a Edén han sido tres meses con los actores, directores… Aquí sí que ha dado tiempo para mucho más.

En la serie tú te comunicas en lengua de signos con el personaje de Bel, interpretado por Begoña Vargas. Imagino que la actriz tuvo que tener alguna preparación previa. ¿Cómo fue ese proceso?

Sí, hubo una preparación previa y Begoña, que interpreta el personaje de Bel, lo hizo muy bien, tiene mucha habilidad y lo aprendió muy rápido, casi le salía de manera natural. Pero no es la única. Hay muchos compañeros de rodaje que también han aprendido la lengua de signos. Se ofrecían clases y un par de días antes de rodar hacíamos la adaptación de los diálogos para que pudieran aprendérselo. Pero hay otra cosa, y es que la lengua de signos no solo es para las personas sordas, puede servir para muchas personas en muchas situaciones.

¿Ah, sí?

Sí, de hecho tenemos muchas anécdotas graciosas durante el rodaje. Por ejemplo, cuando los directores pedían silencio para empezar a rodar, me hacía mucha gracia ver que Begoña y Momo, dos compañeros, aprovechaban la lengua de signos para seguir hablando. Puede ser muy útil para cualquier persona en este tipo de situaciones donde no te puedes comunicar con la palabra oral. Al final, la lengua de signos es un idioma.

Antes has dicho que uno de los obstáculos con los que te has encontrado es que hay muy pocos referentes de actores sordos en los que te pudieses ver reflejado. ¿Hasta qué punto esto ha sido un problema?

Actores sordos hay, sobre todo, en EE.UU. Está, por ejemplo, Troy Kotsur, que se acaba de llevar el Óscar por la película de CODA, Marlee Matlin, que fue la primera actriz sorda en ganarlo, hace más de treinta años, y también hay películas de Marvel recientes que están incluyendo a personajes sordos. Es por aquí por donde he encontrado algún referente en el que me he ido mirando. En España hay muy pocos, están más en el teatro, en cortometrajes, más dentro de la comunidad sorda, pero que a mí también me ha permitido aprender y seguirles. Una actriz que me encanta, aunque es oyente, es Meryl Streep. Me fascinan sus papeles, cómo puede ir cambiando de uno a otro, cómo interpreta e interioriza cada uno de sus personajes.

Eres el primer actor sordo en tener una serie en Netflix España. Está claro que en nuestro país todavía queda un largo camino por recorrer para lograr la inclusión, ¿pero crees que esto ha sido un primer paso?

Sí, yo creo que sí. Se ha dado un paso y espero que en el futuro se sigan dando más.

¿Qué medidas crees que se deberían adoptar para lograrlo?

Lo primero es que haya más casting abiertos, quitando la categoría de sordo u oyente, es decir, que pueda presentarse cualquier persona independientemente de su condición. Así los casting serían más diversos y trasladarían mejor lo que hay en la vida real a la ficción.

¿Y por qué crees que en España nos está costando tanto implantar esta medida?

Yo creo que a veces los guionistas y los productores tienen un poco de miedo a la hora de crear personajes sordos. Pero en Bienvenidos a Edén nos hemos dado cuenta de que en realidad no es tan complicado. Al principio, cuando no conoces las cosas te pueden parecer muy difíciles, pero luego hay que quitarse el miedo y lanzarse. Es más fácil de lo que parece y espero que los productores vayan sensibilizándose y abriendo un poco más esa mentalidad. Y que nosotros podamos optar a más papeles, como ya se hace en EE.UU. Aquí vamos un poco más lentos, aunque confío en que poco a poco vayan surgiendo cosas. Pero también me gustaría hacer una reivindicación.

Por favor.

Yo sí pediría que no se pongan actores oyentes para hacer de personajes sordos. Tristemente es muy habitual y se nota mucho. Nosotros, desde la comunidad sorda, nos damos cuenta enseguida. No hay la misma fluidez ni se utiliza la lengua de signos como corresponde. Y hay muchos actores sordos que pueden hacer esos personajes. Es lo mismo que pasaba antes cuando un personaje de color era interpretado por una persona blanca a la que le pintaban la cara. Eso ya por suerte no se hace y ese es el paso que ahora nos toca dar a nosotros.

En la serie, Astrid, el personaje de Amaia Salamanca, dice en varias ocasiones que los seleccionados de la fiesta tienen suerte, porque hasta ahora han estado encerrados en una jaula y Edén va a ser para ellos una especie de liberación. ¿Alguna vez te has sentido así, encerrado en una jaula?

No, yo no lo he sentido. No he sentido esas barreras tan fuertes. Me encanta viajar, he ido mucho por Asia, conduzco y me muevo como quiero.

Así que no te haría falta ir a Edén.

Se ríe. No, por suerte creo que no. Aunque sí que pasa que las películas españolas a veces no tienen subtitulado en el cine y te toca estar esperando a que saquen el DVD, cosas así sí que he vivido y son un rollo. Pero no como para decir que me he sentido encerrado en una jaula. No ha sido mi caso.

La serie también habla del concepto de la felicidad. Antes de llegar a Edén, Zoa recibe un mensaje en el que le preguntan si es feliz. ¿En qué consiste para ti la felicidad?

Para mí este es un momento súper feliz. Es un momento en que me siento muy bien, estoy haciendo cosas que me gustan. Mi vida ha cambiado. La felicidad supone poder moverme con libertad, poder viajar, poder estar sin sufrimiento.

¿Tienes más proyectos en marcha?

Ahora mismo no, pero me gustaría seguir actuando, seguir haciendo papeles muy distintos para poder continuar aprendiendo.

Antes decías que no hay referentes de actores sordos en España, pero ahora muchas personas sordas que quieran seguir el mismo camino que tú en nuestro país pueden verse reflejadas en ti. ¿Qué consejo les darías?

Que se quiten los miedos y se pongan retos por delante. Aunque pueda parecer que hay complicaciones, durante los rodajes se van a encontrar con más apoyos de los que piensan. Al final te puedes adaptar y el proyecto sale adelante. Yo al principio también tenía mucho miedo, me sentía mucho más inseguro y luego me he dado cuenta de que las cosas van saliendo. Es más fácil de lo que parece.

Texto: Marina Marroquín

Imágenes cedidas a Rísbel Magazine por Netflix

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: