Su colección ha acaparado todas las miradas en la última edición de la Paris Fashion Week y su nombre resuena en el fashion system como un tambor africano. Quédate con su cara, Lukhanyo Mdingi ha llegado para quedarse.
El pasado 23 de enero se clausuraba la edición masculina de la famosa Semana de la Moda en París. En los distintos desfiles que se llevan a cabo a lo largo del evento, se ven los diseños de las marcas más famosas, como Saint Laurent, Christian Dior o Loewe.
Sin embargo, la primera firma en desfilar fue la obra del (aún) no tan conocido Lukhanyo Mdingi a modo de “oda a la sinceridad y honestidad de las manos humanas, que están inevitablemente entretejidas al ADN de la marca”. ¿Ya conoces al joven diseñador que abrió el evento?
Mdingi (East London, 1992) nació en un pequeño pueblo costero del este de Sudáfrica, donde la moda no era una carrera que asegurase un futuro muy prometedor a cualquier autóctono que se aventurase a cursarla. Por esa misma razón, empezó como camarero en un restaurante de Ciudad del Cabo. ¿Quién iba a decirles a los comensales que el chico que les estaba sirviendo la comida iba a ser uno de los talentos más prometedores del país?
A los dieciséis años, Lukhanyo se dio cuenta de que lo que realmente quería era estudiar moda y que lo que necesitaba era rodearse de jóvenes artistas para tener a quien admirar.
“¡Soy un niño de los 90! La moda siempre ha sido algo de lo que yo quería formar parte”
Empezó la carrera de diseño de moda en la Universidad de Tecnología de la Península del Cabo y ya en su último año fue finalista en un concurso organizado la revista Elle. Para él, la moda es un lenguaje instantáneo, con el que poder crear algo verdadero y poderoso. Tras abandonar las colecciones femeninas, lleva desde 2013 creando moda masculina.
Su gran debut fue en 2015, en la South African Menswear Week, la primera semana de la moda masculina en el continente africano. Sus piezas son ricas en referencias culturales y consigue fusionar la narración de historias con el espíritu de un diseño refinado y moderno.
Su forma de entender la elegancia ha llamado la atención de una audiencia global. Ha conseguido estar presente en los eventos más importantes, como el International Fashion Showcase en Londres, la presentación Generation Africa de Pitti Uomo, la Men’s Fashion Week de Nueva York y, desde 2019, en la Fashion Week de París.
Su fama se debe por esa mezcla entre un orden disciplinado y una estructura orgánica, en donde la cultura sudafricana siempre tiene su lugar. Él mismo se identifica con las marcas clásicas y tradicionales, y cuando lanzó su segunda colección quiso enseñar al público que su moda estaba lista para ser llevada, aunque eso pareciera que pensaba más en el comercio que en el arte.
Sin embargo, Lukhanyo Mdingi afirma que el mundo en el que estamos inmersos es demasiado rápido, todo es urgente y el tiempo pierde la esencia de la paciencia. Sus colecciones quieren ser unos espejos que muestren los valores de la sinceridad y ser una resistencia contra las tendencias que van y vienen.
Por eso, sus prendas de telas naturales como la lana, la seda natural y el lino pretenden durar toda la vida. Cada colección produce una estética atemporal con el fin de que sus públicos sean conscientes del mundo que les rodea. El lujo, para el Mdingi, es el tiempo.
Esa es su aportación a la moda sustentable: hacer prendas perennes, que va más allá del simple uso del producto físico. Las telas se producen de manera que estén en la dirección de una producción más honesta y transparente hacia la sustentabilidad.
Por tanto, su marca se basa en el espíritu del amor, y está inspirada en lo esencial con el objetivo de crear una comunidad. No obstante, el camino no es fácil. El propio diseñador explica que el sufrimiento de ser el nuevo y joven talento, pero que, de alguna forma, sabe que eso le llevará cosas buenas y auténticas. “Sé que es difícil, pero no me importa, porque así debe ser porque si fuera fácil, todo el mundo estaría haciéndolo”, remarcó en una entrevista.
Aún así, Lukhanyo Mdingi ha conseguido hacerse un lugar en el fenómeno África: un continente lleno de jóvenes prometedores en arte, música, política y cultura. Siendo más conscientes de su historia, afirma el diseñador, pueden cambiar la narrativa, que siempre les ha empobrecido: “Quiero ver cómo podemos usar nuestros talentos particulares para mostrar el cambio que queremos ver en nuestros respectivos países.”
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