Andy Warhol nunca se separó de su cámara de fotos. Allá donde iba, la llevaba con él. Primero fue una cámara Polaroid, y después una Minox compacta de 35 milímetros. A lo largo de su vida, Andy Warhol produjo casi 130.000 imágenes sólo con la Minox, de las cuales sólo el 17% se habían impreso en el momento de su muerte. Al igual que otros grandes artistas de los años 60, Warhol desarrolló un nuevo lenguaje visual a partir de un vocabulario fotográfico, mucho antes de que el mundo del arte entendiera el significado del medio.
El primer contacto de Warhol con una cámara fue cuando apenas era un niño de diez años. Fue en el patio de su casa de Pittsburgh, con la cámara Brownie de sus padres, donde Warhol realizó sus primeras fotografías.
Muchos años después, a principios de la década de los 70, Warhol volvió a fotografiar con su cámara Polaroid, de la que ya nunca se separó y a la que llevaba a todos sitios presentándola como “su cita”. Andy parecía haberse anticipado a la tendencia actual de las cámaras digitales integradas en nuestros smartphones y a la propensión que todo el mundo tiene por fotografiar cada momento de su día a día y subirlo a las redes sociales, lo que demuestra, una vez más, su capacidad para predecir el estado del mundo futuro.
«Tener unos cuantos rollos de película para revelar me da una buena razón para levantarme por la mañana»
Sin embargo, las fotos de Warhol no fueron creadas para que se “viralizaran”, ni para conseguir los “likes instantáneos” de aquella época. Su curiosidad le llevó a realizar más fotografías que condensaban su intimidad y cercanía con los sujetos. “La ubicuidad de su Polaroid le permitía confinar en un pequeño cuadro fotográfico todo el estatus, fama y glamour. De algún modo, figuras como las de Audrey Hepburn o Debbie Harry se volvían más humanas y accesibles a través de la lente de Warhol” afirmaba Whitney Erin, en su obra With a Polaroid Camera, Andy Warhol was ‘The Original Instagrammer’.
Una colección de Polaroids de Andy Warhol tuvo que esperar hasta el año 2015 para ser finalmente editada y publicada en un libro. El autor, Richard B. Woodward, utilizó una interesante referencia como adelanto del libro: “antes de que existiera Instagram, estaba Andy Warhol. Esta prometedora selección semi-biográfica de las páginas del diario visual de Warhol fue creada en colaboración con la Fundación Andy Warhol, y contiene algunas imágenes que nunca antes se habían hecho públicas. Aparte de las siempre interesantes celebridades, las fotos muestran paisajes, detalles inusuales, objetos regulares y momentos aleatorios de la vida de Andy, lo que podría dar una impresión de cómo sería el perfil analógico de Warhol en Instagram”.
Durante estos años Warhol realizó las imágenes por las que es bien conocido hoy en día, las famosas Polaroids que en su mayoría mostraban celebridades, en un estudio, sobre un fondo blanco liso. Estas Polaroids, junto con sus grandes fotos en blanco y negro que comenzó a hacer más tarde, fueron producidas repetidamente por el artista hasta el día de su muerte en 1987, sin embargo, y por caprichos del destino, la historia del arte encumbraría a Warhol por sus trabajos sobre lienzo más que por sus actividades fotográficas.
«Una fotografía significa que sé dónde estaba cada minuto. Por eso tomo fotos. Es un diario visual»
Al igual que la mayoría de las cosas que regaló al mundo con tan brillante indiferencia, las fotos de Warhol fueron objeto de todo tipo de interpretaciones. Si estas fotografías eran de hecho sus diarios visuales, todos podemos estar de acuerdo en que Warhol estaba siempre rodeado de gente hermosa, divertida y emocionante y que hizo grandes esfuerzos para dejarlo claro. Por otro lado, revisar su diario es también una forma de reconocer el espíritu de una época, y esto no sólo incluye a la gente. Andy Warhol llevaba su cámara con él dondequiera que fuera, documentando prácticamente todo, desde las clases más altas de la sociedad hasta los elementos más cotidianos como los cubos de basura. Fotografió a la gente de su entorno, las cosas por las que pasaba a diario, las fiestas, los cuartos de baño de los hoteles, los detalles de varios apartamentos y tiendas, los carteles de las calles y todo tipo de cosas al azar. Esta inclusión es lo que hizo que sus emprendimientos fotográficos estuvieran en la frontera entre el arte y el mero coleccionismo obsesivo por consumir e inmortalizar la vida a su alrededor.
A medida que el Movimiento de Liberación Gay entró en pleno apogeo durante los años 70, Andy Warhol comenzó a centrarse en el homoerotismo y la comunidad LGTBI. Andy recurrió al cuerpo desnudo del hombre en series como «Torsos» y «Sex Parts» reclutando a amigos en clubes de sexo y saunas gays para que debutaran como modelos para los retratos del artista.
Estas dos series se desarrollaron cuando un hombre vaciló ante Warhol del gran tamaño de su miembro y retó al artista a que lo fotografiara. En 1977, inspirado por las imágenes del miembro de aquel señor y con una idea más definida, Warhol usó una cámara de 35mm y una Polaroid Big Shot para hacer tomas bien encuadradas de torsos, nalgas y penes de hombres reclutados en saunas gais y lugares de encuentros entre personas homosexuales.
La obsesión de Warhol por la fotografía lo llevo a realizar más de 100.000 fotografías entre 1977 y 1987, muchas de ellas con su Polaroid SX70 (cámara que Polaroid mantuvo en producción precisamente para que Warhol continuara fotografiando). El legado más importante del artista fue su contribución a abrir un camino, junto con grandes como William Eggleston, Nan Goldin o Stephen Shore, para que la fotografía fuera considerada una forma de arte tan importante como para ser exhibida en museos.
Y es que el trabajo de aquel joven humilde de Pittsburgh ha conquistado al mundo entero con su personalidad y su obsesión por la fama. Tal vez ni siquiera el propio Warhol se hubiera imaginado que con el devenir de los años terminaría convirtiéndose en un ícono a la altura de aquellos rostros inolvidables de celebridades que siempre rodearon su vida.
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