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OpenAI y Johnny Ive preparan el primer dispositivo de IA sin pantalla que llegará en 2026

Johnny Ive Sam Altman Johnny Ive Sam Altman

Una alianza entre OpenAI y el legendario diseñador de Apple da forma al primer dispositivo de la era post smartphone. Y sí, apunta alto: quieren cambiar nuestra relación con la tecnología para siempre.

Lo que empezó siendo una conversación informal entre dos mentes brillantes —Sam Altman, el creador de ChatGPT, y Johnny Ive, el diseñador que imaginó el iPhone— se ha convertido en algo mucho más grande: una alianza que cambiará por completo cómo entendemos nuestra relación con la inteligencia artificial. OpenAI ha adquirido la startup io, fundada por Ive, por cerca de 6.500 millones de dólares. Una operación que incluye un equipo de 50 diseñadores e ingenieros, muchos de ellos ex Apple.

Llevan dos años trabajando en silencio, alejados de los focos, preguntándose cómo debería ser la interacción natural con una inteligencia artificial. Y lo que tienen en mente no es una pantalla más. Ni un móvil mejorado. Altman lo tiene claro: la nueva revolución no pasa por crear una app nueva. Pasa por repensar el dispositivo entero. El objetivo es crear un artefacto que elimine la fricción entre intención y acción, que entienda el contexto, que esté presente sin invadir. Que escuche más que hable.

Aún no sabemos cómo será, aunque ya hay prototipo y fecha estimada: 2026. Las ideas que hay sobre la mesa —auriculares conversacionales, interfaces sin pantalla, proyecciones láser o hasta objetos cotidianos con capacidad cognitiva— suenan a ciencia ficción. Pero cuando sabes quién está detrás, todo parece posible.

La compra que lo cambia todo

OpenAI ha confirmado la adquisición de io, la startup de hardware fundada por Johnny Ive, por un valor cercano a los 6.500 millones de dólares. La operación se estructura en acciones: 5.000 millones por el 77 % de la empresa, y el resto corresponde a la inversión inicial de OpenAI, que ya controlaba el 23 %.

Pero esto va mucho más allá de una compra estratégica. Altman no ha fichado solo a un equipo: ha fichado una visión. Con la incorporación de más de 50 expertos en hardware, software y fabricación —muchos de ellos parte del núcleo duro de Apple durante años—, OpenAI entra en el mundo del hardware con una ambición total.

Johnny Ive y la obsesión por el detalle

A Johnny Ive no hace falta presentarlo. El hombre que, junto a Steve Jobs, definió el diseño de toda una era tecnológica, dejó Apple en 2019 después de 27 años creando productos que transformaron cómo vivimos. iMac. iPod. iPhone. iPad. Apple Watch. Todos llevan su firma.

Hijo de un orfebre londinense, aprendió desde niño a valorar la belleza de los objetos bien hechos. “Siempre fui consciente del cuidado en los productos hechos a mano”, le confesó a Walter Isaacson. “Lo que más rechazo me produce es ver un producto descuidado”. Su estilo no era solo estético, era filosófico. No diseñaba para la vista, sino para el uso.

Tras su salida de Apple, fundó el estudio LoveFrom. Y luego, junto a otros antiguos compañeros, creó io. Lo que no sabíamos es que esa startup era, en realidad, la antesala de algo mucho más grande.

Una conversación que terminó en revolución

Ive y Altman empezaron a hablar hace dos años. Y, como pasa con las ideas potentes, la cosa se les fue de las manos. Comparten inquietudes, valores, y una misma sensación: la tecnología necesita un cambio de rumbo.

Llevamos años pegados a las pantallas. Cada avance —más resolución, más apps, más potencia— sigue el mismo camino. Pero ¿y si el verdadero salto no está en hacer algo más grande, sino más invisible? ¿Y si la inteligencia artificial pudiera entender lo que quieres sin que tengas que pedírselo? ¿Y si, en lugar de adaptarte tú al dispositivo, fuera el dispositivo quien se adapte a ti?

Eso es lo que están diseñando. No un nuevo smartphone. Una nueva categoría. Un dispositivo que actúe como una extensión del pensamiento, que entienda lo que necesitas antes de que lo digas. Que desaparezca cuando no lo necesitas.

Un equipo que ya está construyendo el futuro

La sede de io seguirá en San Francisco, pero ya trabaja codo a codo con los ingenieros de OpenAI. LoveFrom, por su parte, asumirá el diseño de producto y experiencia de usuario, tanto en software como en hardware.

Aunque aún no hay fotos, Altman ha dicho que ya existe un prototipo y que es “el dispositivo más emocionante que he tocado”. Entre las ideas que se barajan hay auriculares capaces de mantener una conversación, proyectores que generan interfaces flotantes, o incluso objetos cotidianos (como una taza o una lámpara) con inteligencia integrada.

La clave está en la intención. En hacer que la IA entienda el contexto. Que pueda ayudarte sin pedir permiso. Sin robar tu atención. Sin exigirte nada.

La presión (y la promesa)

No es el primer intento. Otras startups han fallado en este terreno. Humane AI Pin, Rabbit R1… Todos prometieron una revolución que no llegó. Pero esta vez, el nombre de Jony Ive marca la diferencia. Como dijo el analista Ben Wood, “sería una tontería apostar contra él”.

El reto ahora es demostrar que OpenAI puede hacer hardware a la altura de su software. Altman sabe que no es fácil. También sabe que si alguien puede hacerlo, es este equipo. “Valdrá la pena la espera”, ha dicho.

Un diseño que no busca la perfección, sino lo esencial

Para Ive, el diseño nunca ha sido una cuestión de estética. “La sencillez no es solo un estilo visual. Requiere entender toda la complejidad para poder eliminar lo innecesario”, le explicó a Isaacson. Esa filosofía está ahora al servicio de un nuevo reto: hacer que la IA forme parte de nuestras vidas sin ser invasiva.

No quieren reemplazar al móvil. Quieren dar un paso más allá. Crear algo que nos haga mejores. Que reduzca la distancia entre pensar y hacer. Que nos conecte sin distraernos.

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