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En este restaurante la carta solo dura lo que dura el producto en su cocina

Menú del restaurante Polea en Murcia Menú del restaurante Polea en Murcia

El restaurante Polea de Murcia apuesta por un menú estacional honesto y cambiante, basado en producto de cercanía y técnicas artesanales, con Sol Repsol y recomendación en la Guía Michelin.

Hay restaurantes que cuando diseñan sus cartas, llenan sus neveras y sus despensas hasta arriba para poder abastecer todo aquel comensal que entre por la puerta. Y luego está Polea, en Murcia, donde los platos están «hasta que no estén». Tal cual. Aquí no se trata de estirar una receta por marketing ni de diseñar menús para Instagram. Aquí mandan el campo, el mar y lo que la naturaleza quiera dar ese día.

Pepa Villa y Alberto Pardo tienen muy claro lo que quieren hacer. Lo dejaron claro desde que abrieron: un restaurante independiente, familiar, donde la cocina y la sala no están separadas. Literalmente. Aquí la cocina está abierta, no hay vitrinas ni paredes que escondan nada. Todo pasa delante del cliente. Y todo huele (y sabe) a honestidad.

Un único menú, pero siempre vivo

En Polea no te van a dar a elegir entre menús largos, cortos o maridados. Hay uno. Y punto. Un menú estacional que cuesta menos de 50 euros, cambia en función del producto y puede incluir, algunas veces, ingredientes del propio huerto de los cocineros.

Plato del restaurante Polea, en Murcia

La experiencia arranca con snacks de bienvenida y un amuse bouche que suele ser el primer guiño a la temporada. Luego viene el pan de masa madre con mantequilla casera fermentada, uno de esos pequeños grandes detalles que dicen mucho más que mil palabras.

De ahí en adelante, el menú va fluyendo con platos como el pan soplao con zanahoria y anchoa, la morralla con ñora, una patata con limón y oliva que te recuerda lo bien que puede saber la sencillez cuando se hace bien, o un marmitako que sabe a hogar pero sin disfrazarlo de nostalgia.

Cada pase tiene su lógica. Cada plato respira el mismo respeto por el producto y la estación en la que estás sentado a la mesa.

Productos que pasan, platos que se quedan

En Polea entienden el tiempo como parte de su cocina. Hay platos que están solo unos días. Otros aguantan semanas. Pero siempre, siempre, depende del producto. Y de la calidad.

Plato de temporada del restaurante Polea en Murcia

Ahora mismo, entre los platos principales del menú estacional, te puedes encontrar con una berenjena con granada y dukkah, que combina dulce, crujiente y un fondo especiado que no roba protagonismo. O con una captura del día trabajada sobre un puré de raíz de apio y unas uvas frescas que aportan frescura sin complicaciones.

La parte carnívora se resuelve con una ternera acompañada de zanahoria y granola, un plato que parece sencillo pero que tiene detrás técnica y respeto absoluto por el punto de cocción.

Y para terminar, un postre de esos que reconcilian: pera Ercolina de Jumilla con almendra, donde la fruta es protagonista, no un relleno.

Si quieres ampliar la experiencia, puedes añadir (por un pequeño extra) un pase de pasta fresca casera o una degustación de quesos nacionales. No está en el menú base, pero si vas con hambre o curiosidad, merece la pena.

Cocina a la vista, trato sin etiquetas

La cocina abierta de Polea no es una pose. Es la mejor metáfora de cómo entienden ellos la restauración: sin barreras, sin adornos, sin discursos de manual.

Pepa y Alberto cocinan, atienden, explican los platos, y cuando el ritmo lo permite, conversan con los clientes. No hay jefes de sala vestidos de negro ni camareros robotizados. Hay personas. Y se nota.

El ambiente es cercano pero cuidado. Cada detalle, desde el ritmo del servicio hasta el emplatado de los platos, refleja esa mezcla de artesanía y sensibilidad que defienden como parte de su identidad.

Un restaurante con un Sol Repsol y una filosofía difícil de clonar

En poco tiempo, Polea ha conseguido un Sol Repsol y una recomendación en la Guía Michelin. Pero si algo deja claro la experiencia de comer aquí es que esos reconocimientos no han cambiado su forma de trabajar. Siguen basándose en cuatro pilares: cercanía, confianza, artesanía y honestidad.

No hay grandes alardes en la cocina de Polea. Ni falta que hace. Lo que hay son platos que respetan el producto, técnicas que mejoran lo que ya es bueno y una manera de entender la gastronomía que conecta con quien se sienta a la mesa.

El mayor lujo que ofrecen no está en ingredientes caros ni en vajillas llamativas. Está en algo que se percibe en cada bocado: cocinar como quien cultiva, recogiendo solo lo que da la tierra, respetando el ritmo natural de las cosas.

Y eso, en estos tiempos, vale su peso en oro.

Reservar mesa en el restaurante Polea de Murcia

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