Este restaurante granaíno estrena su primera estrella Michelin gracias a una propuesta que mira a Granada a través de tres menús degustación diferentes que ponen en valor recetario tradicional andaluz.
La historia de este restaurante empieza con una idea sencilla: llevar Granada a la mesa con respeto, cariño y una mirada de nuestro tiempo. El restaurante nace junto a los jardines de la Alhambra, en un espacio donde la luz y el arte se mezclan con naturalidad. El propio nombre, Faralá, rinde homenaje a los volantes de los vestidos flamencos y deja claro desde el principio que aquí, sobre todo y por encima de todo, hay raíces, cultura y mucho carácter.

Este lugar siempre ha tenido algo especial. El edificio, ubicado en la Cuesta de Gomérez 11, forma parte del casco antiguo de la ciudad y guarda una conexión directa con La Casa del Arte Flamenco, donde cada noche artistas locales e internacionales dan vida a una de las tradiciones más queridas de Andalucía. No es raro que muchos visitantes reserven la cena junto al espectáculo para vivir una noche completa.
En la planta baja, El Quejío Wine-Bar funciona como una pequeña taberna de toda la vida. Es un formato más informal, pero mantiene el ADN del proyecto: vinos bien elegidos, platos pensados para picar y actuaciones de cante y baile que acercan aún más la cultura granadina a quien cruza la puerta.

En la primera planta está el corazón gastronómico del restaurante. Aquí, la cocinera Cristina Jiménez toma el recetario tradicional de Granada y lo actualiza sin romper su identidad. Su cocina invita a viajar por la provincia a través de tres menús degustación -Susurros del Sacromonte, La magia del Albayzin y Alborán- que recorren guisos, productos locales y elaboraciones que forman parte del patrimonio culinario andaluz.
La primera estrella Michelin de Granada capital
La noche de la gala Michelin en Málaga dejó un nombre grabado para siempre en la gastronomía granadina: Faralá llevó a la capital de Granada su primera estrella Michelin.

Antonio Outeda, propietario del restaurante, confesó que todavía no termina de asimilarlo: «Estamos en una nube, como en un sueño… Creo que es importante para Granada, que por fin está donde tiene que estar», dijo tras recoger el galardón.
Para Cristina Jiménez y Lidia Outeda, sumiller y jefa de sala, el premio llega después de años de trabajo constante. «Estamos superemocionadas y orgullosas de que Granada brille con nosotras. Sabemos que vienen tiempos exigentes, pero vamos a seguir disfrutando y trabajando», reconocieron tras la gala.
Un menú que mira a la provincia sin nostalgia
El éxito de Faralá nace de cómo Cristina Jiménez mira a su entorno. Su cocina recoge productos muy queridos por la provincia y los utiliza para dar forma a platos que emocionan sin caer en grandilocuencias.

Por ejemplo, la Saladilla, ese pan típico de Granada, aparece como gesto de bienvenida. Es un recordatorio de que todo empieza siempre por lo sencillo.
Los guisantes de Huétor muestran la delicadeza del producto local cuando se trata con cuidado. La carne de cordero segureño habla de pastores y montaña. El caviar ecológico de Riofrío demuestra que Andalucía también sabe mirar al futuro sin renunciar a su identidad.

Y luego está la curiosa combinación de Hidromiel y Tagates, que rompe esquemas con un toque fresco y distinto, uno de esos bocados que levantan la ceja y te obligan a prestar atención.
Los tres menús proponen una ruta diferente. Unos viajan por los barrios más emblemáticos, otros por la costa, otros por la memoria. Pero todos comparten una misma idea: Granada tiene una despensa amplia y llena de matices, y Faralá la interpreta con emoción. Una celebración del producto local granaíno que reafirma al restaurante Faralá como una de las mesas imprescindibles de Andalucía.

