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La guía definitiva para conocer San Juan en 24 horas y entender definitivamente qué significa «vivir Boricua»

Casas con las fachadas pintadas de colores azul, rosa y amarillo del viejo San Juan, Puerto Rico Casas con las fachadas pintadas de colores azul, rosa y amarillo del viejo San Juan, Puerto Rico
Una de las cosas más características del Viejo San Juan son sus fachadas de colores. | Foto: Roi Copero

Una ruta (muy completa) por las plazas, murallas, cafés y sabores que muestran por qué San Juan guarda el corazón cultural de Puerto Rico.

Vivir Boricua es una de esas cosas que todos te intentan explicar, pero que solo vas a entender cuando pises Puerto Rico por primera vez. Vivir Boricua es una forma de estar en esta vida, que a veces se nos hace cuesta arriba, y cambiar la pendiente hacia abajo. Vivir Boricua en realidad no es nada, y sin embargo, aquí en Puerto Rico lo es todo: Boricua es una manera de ser, una manera de pasear la isla, de vivir y de relacionarse, una manera de hablar y también una manera de bailar, de brindar con un ron exquisito y disfrutar del aroma de un café en una vieja azotea con vistas a un campanario. Puede que al final, vivir Boricua en realidad sea mirar al mar como si fuera un viejo amigo y sentir que la isla te recibe con los brazos abiertos, incluso cuando llegas cansado después de un vuelo largo.

Vista del litoral y las murallas del Viejo San Juan al atardecer.
Un paseo tranquilo junto al mar, con las murallas del casco antiguo como escenario.

San Juan es el primer contacto con ese espíritu y es de justicia que este artículo sobre Puerto Rico sea sobre su capital. San Juan es una ciudad que respira historia, música y olor a café recién hecho desde primera hora. Aquí vive casi una tercera parte de la población del país, y no es casualidad: es el corazón de todo lo que pasa en la isla. Pero vayamos por partes…¿Cuántos días se necesitan para conocer San Juan, Puerto Rico? En realidad, con un día y sus 24 horas vas a tener tiempo más que suficiente para conocer en gran parte la capital de Puerto Rico.

¿Qué no perderse en San Juan?

El Viejo San Juan guarda el patrimonio de Puerto Rico con un cariño evidente. Sus casas de colores parecen recién pintadas, y hay quien piensa que todo está demasiado perfecto… como si fuera el set de una película de americana. Da igual. Basta caminar un par de calles para sentir el encanto colonial mezclado con ese aire caribeño que lo envuelve todo. Es imposible no detenerse a mirar los balcones y las ventanas con rejas de época, las coloridas fachadas y las pequeñas plazas donde siempre aparece alguien cantando, vendiendo fruta fresca o preparando un café que huele a gloria bendita.

Balcones y fachadas coloniales en tonos amarillo y naranja en el Viejo San Juan.
Las fachadas de colores del Viejo San Juan, una imagen que resume el carácter cálido y alegre de la ciudad.

En San Juan tienes que aprovechar para probar la comida, escuchar la música de sus garitos, mirar su arquitectura y buscar el arte que se esconde entre sus calles. Y en un día bien aprovechado es tiempo más que suficiente para conocer la capital, porque damos por hecho que el resto de días los vas a invertir en conocer el resto de la isla… ¿Verdad?

Qué ver en San Juan Puerto Rico en un día

No hay mejor forma de entender el alma de la ciudad que caminar las calles de San Juan. Aquí se siente ese cariño que los puertorriqueños tienen por su patrimonio. Las fachadas están impecables, los colores pastel llenan las esquinas y las plazas están llenas de vida desde bien temprano. Es fácil perder el rumbo mientras se mira hacia arriba buscando balcones antiguos, pero esa es la gracia: ¡déjate llevar sin prisa!

Estatua de Cristóbal Colón en el centro de la Plaza Colón, en el Viejo San Juan.
La estatua de Cristóbal Colón preside la Plaza Colón, uno de los puntos de encuentro más populares del Viejo San Juan.

La Plaza Colón suele ser el punto de partida. Todo el mundo acaba pasando por aquí. La estatua de Colón preside la plaza y, alrededor, hay restaurantes y comercios que ocupan los bajos de sus edificios históricos. Es un buen lugar para tomar una primera impresión de la ciudad antes de continuar.

Murallas y estructura principal del Fuerte San Cristóbal en el Viejo San Juan.
El Fuerte San Cristóbal, una de las grandes obras de ingeniería militar española en el Caribe.

Un paseo cuesta arriba lleva al Fuerte de San Cristóbal, una fortaleza española declarada Patrimonio de la Humanidad. Su construcción comenzó en el siglo XVII, y los expertos consideran que reúne características clásicas de las fortificaciones europeas de la época. La estructura está llena de rincones, túneles, patios y niveles que cuentan cómo se defendían los habitantes de San Juan de los ataques que llegaban por mar. Las vistas desde lo alto permiten entender la importancia estratégica que tuvo la ciudad durante siglos.

Tras bajar del fuerte, la ruta natural sigue hacia la Plaza de Armas, un espacio amplio y luminoso donde se mezclan turistas, familias, ancianos que dan de comer a las palomas y gente que simplemente se sienta a tomar un café. Aquí estuvo el núcleo original de la ciudad. A un lado se encuentra la Casa de la Alcaldía, un edificio diseñado en 1841 que recuerda los modelos arquitectónicos de España. Es un buen punto para descansar unos minutos antes de continuar por las calles que salen en varias direcciones.


¿Dónde comer el primer día? Te recomendamos que vayas a comer a un restaurante local súper típico llamado Café Manolín. Aquí todo transcurre al rededor de una barra de forma serpenteante. Otro de los restaurantes que probamos para comer y que nos encantó fue Deaverduras, en la calle del Sol, también de comida típica portorriqueña muy bien cocinada y con un servicio mejor que excelente.

En Puerto Rico, la gente suele comer entre las 12:00h y las 13:00h. El plato estrella de Puerto Rico es el arroz con habichuelas y en estos dos restaurantes tienen una carta con todas las variedades de comida típica posibles. En ambos atienden muy bien, el servicio es rápido y está muy bien de precio.


Unos pasos más allá de la Casa del Alcaldía aparece la Catedral de San Juan, una joya neoclásica que guarda una historia sorprendente. Su origen se remonta a 1509 y conserva elementos de aquella primera etapa, como una escalera de caracol y salones abovedados. En su interior descansan los restos de Ponce de León. La calma que hay dentro contrasta con el bullicio exterior, y siempre hay alguien encendiendo una vela o contemplando la luz que entra por las ventanas.

Fachada neoclásica de la Catedral de San Juan iluminada por la luz de la tarde.
La Catedral de San Juan, uno de los templos más antiguos de América y una parada imprescindible en el casco histórico.

Desde la catedral, la calle Cristo lleva a otro de los rincones más queridos del casco antiguo: la Capilla del Cristo. Su historia nace tras un accidente ocurrido durante unas carreras de caballos en 1753. Esa anécdota marcó el carácter del lugar. A su lado está el Parque de las Palomas, un espacio pequeño que da acceso a la muralla y a unas vistas muy bonitas del puerto. Es un rincón sencillo y, al mismo tiempo, muy querido por la gente local.

El paseo sigue hacia el Paseo de la Princesa, uno de los caminos más agradables del Viejo San Juan. Tiene árboles altos, una brisa constante y termina en el edificio que hoy alberga la oficina de turismo. Ese edificio fue una cárcel en el siglo XIX, y en su interior hay una colección de arte contemporáneo puertorriqueño que sorprende al visitante que entra por curiosidad.

Capilla del Cristo en el Viejo San Juan, una pequeña ermita histórica del siglo XVIII.
La Capilla del Cristo, uno de los rincones más queridos del Viejo San Juan y protagonista de una de las historias más conocidas de la ciudad.

Desde aquí se puede caminar hacia los muelles, numerados del uno al seis. Es habitual ver enormes trasatlánticos atracados y grupos de viajeros entrando y saliendo con maletas. No hay muchas terrazas para descansar, pero caminar por la zona ayuda a comprender la importancia histórica del puerto para la ciudad.

Explanada del Fuerte San Felipe del Morro con una cometa volando sobre el césped.
El Morro visto desde su gran explanada, donde las familias se reúnen para volar cometas y disfrutar de la brisa del mar.

El día termina en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: el Fuerte de San Felipe del Morro. La construcción original comenzó en el siglo XVI y respondió a la necesidad de proteger la bahía de ataques militares y piratas. El recorrido por su interior lleva tiempo porque el fuerte está lleno de patios, rampas, pasadizos, torres y miradores. Es fácil imaginar a los soldados moviéndose entre esos muros. Desde los bordes exteriores se ve el mar golpeando las rocas y, a un lado, el Cementerio Santa María de Pazzi, cuyo emplazamiento frente al océano lo convierte en un lugar único.

Cañón histórico mirando hacia el mar en el Fuerte San Felipe del Morro.
Uno de los cañones que defendieron la bahía de San Juan, aún apuntando hacia el océano.

Antes de volver al hotel, vale la pena caminar por el Paseo de El Morro, un camino que rodea las viejas murallas desde el Paseo de la Princesa hasta los pies del fuerte. Es un tramo tranquilo, con miradores y torres antiguas que recuerdan el pasado militar de la ciudad.

Murallas del Paseo de El Morro con el cielo nublado al atardecer.
El Paseo de El Morro, uno de los recorridos más agradables para despedirse del Viejo San Juan al final del día.

Como broche del día, nada como una cena en la terraza Mar y Rosa, un restaurante ubicado en la terraza del hotel Alma San Juan. La cocina aquí es especialmente rica, con unas vistas muy agradables a la plaza de Colón y al muelle. Entre sus platos más especiales, una buena selección de Nikkeis, Amachis o tiraditos de atún.

La ciudad de San Juan te va a dejar esa sensación de «punto de partida» tan necesario para seguir conociendo la isla a fondo. La ciudad mezcla patrimonio, gastronomía, música, naturaleza cercana y un carácter que se nota en cada esquina y en cada uno de sus habitantes. Un día exprimido como un limón basta para sentir esa forma de vida Boricua y entender por qué muchos viajeros comienzan aquí su ruta por Puerto Rico… y por qué muchos terminan quedándose para siempre.

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Con solo 3 mesas para 8 comensales, este restaurante de Huesca ha conseguido su primera Estrella Michelin