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La asistenta: Sydney Sweeney y Amanda Seyfried dan vida al thriller literario que arrasó en ventas

Imagen promocional de la película La Asistenta en la que aparecen sus dos protagonistas Sydney Sweeney Amanda Seyfried mirando de frente con un fondo azul Imagen promocional de la película La Asistenta en la que aparecen sus dos protagonistas Sydney Sweeney Amanda Seyfried mirando de frente con un fondo azul

La novela de Freida McFadden, con más de 15 millones de lectores, aterriza en la gran pantalla y promete mantener intacta la tensión que la convirtió en un éxito mundial.

La asistenta, el fenómeno literario de Freida McFadden que arrasó en librerías, da el salto al cine. El libro de thriller psicológico que mantuvo a millones de lectores pegados a las páginas prepara su llegada a las salas con una adaptación que apunta a ser uno de los estrenos más comentados del próximo año. Y tiene sentido: capítulos cortos que invitan a seguir, tensión que no afloja y una protagonista atrapada en un escenario que parece seguro, pero que pronto se vuelve incómodo.

Millie Calloway, exconvicta en busca de una segunda oportunidad, acepta el trabajo de asistenta en la casa de los Winchester, y ese gesto que parece simple abre la puerta a un thriller psicológico lleno de dudas, normas que cambian y miradas que esconden algo.

Escena de la película La Asistenta, en la que aparece Sydney Sweeney mirando a través de un espejo a Amanda Seyfried, que se encuentra tras ella, con rostro de incertidumbre.

La película, dirigida por Paul Feig y protagonizada por Sydney Sweeney junto a Amanda Seyfried, llega mañana, 1 de enero de 2026, a los cines con la clara intención de capturar ese ambiente cerrado que ha golpeado a millones de lectores desde el primer capítulo… Habrá que respirar hondo…!

De qué va La asistenta y por qué engancha

Millie solo quiere empezar de cero. Llega con antecedentes, poco dinero, demasiados juicios externos y esa necesidad urgente de estabilidad. Cuando Nina Winchester le ofrece trabajo en su lujosa mansión, lo ve como la posibilidad de reconstruir su vida.

Pero pronto el brillo de la casa se llena de sombras. La habitación donde debe dormir está en el desván, los horarios se vuelven imposibles, las órdenes cambian cada día y el discurso amable de la familia deja huecos que inquietan.

Escena de la película La Asistenta, en la que aparece Amanda Seyfried mirando arder un folio que sostiene ella misma en la mano con rostro de tranquilidad o alivio.

El suspense no nace del susto fácil, sino del detalle pequeño: un comentario, una puerta entreabierta, un gesto que no cuadra. McFadden, psiquiatra de profesión, moldea la mente de su protagonista con precisión. Entendemos su ansiedad, su necesidad de ser aceptada y ese hilo de esperanza que la mantiene en un lugar en el que no todo encaja. Aquí está la fuerza del libro: te invita a sospechar, a adelantarte y fallar, a seguir otro capítulo cuando prometiste cerrar el libro. Quince millones de lectores no llegan por casualidad.

Qué esperar de su adaptación al cine

El salto al cine ya ha depertado preguntas: ¿logrará la película transmitir esa sensación de encierro? ¿Mantendrá el desconcierto que tantos lectores celebran? La dirección de Paul Feig juega a favor del ritmo, y el reparto principal tiene peso para sostener el viaje emocional. Sydney Sweeney interpreta a Millie con esa mezcla de vulnerabilidad y fuerza que puede funcionar muy bien en pantalla.

Escena de la película La Asistenta, en la que aparece Sydney Sweeney en una haitación, frente a una casita de muñeca mirando para atrás con rostro preocupado.

Amanda Seyfried se mete en la piel de Nina, una mujer refinada que esconde algo detrás de sonrisas… podríamos decir que «algo forzadas». Esta adaptación de la obra literaria al cine apuesta por la crítica social: gaslighting, poder, clases sociales y prejuicios. La mansión se convierte en un tablero de juego donde cada movimiento tiene consecuencias. La asistenta es un relato que viene a recordarnos que incluso a día de hoy las apariencias pesan, que juzgamos rápido y que la luz de una casa supuestamente perfecta puede también esconde rincones fríos y oscuros.

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