El grupo colombiano explica cómo eligen a sus colaboradores y por qué abrirse a otros estilos ha sido clave para su evolución.
Morat ha cumplido diez años de carrera y lo hace con la misma mirada curiosa que tenían cuando comenzaron. El grupo colombiano ha sabido actualizarse porque nunca ha cerrado la puerta a colaborar con otros artistas, incluso con aquellos que parecían alejados de su estilo. Esta apertura les ha permitido mantenerse activos durante una década en un panorama musical que cambia a toda velocidad. Durante su entrevista para la revista Rísbel, hablaron con sinceridad sobre cómo viven ese salto entre géneros y por qué esas alianzas han sido tan importantes para ellos.

La conversación empezó con una pregunta directa: ¿cómo pasaron de colaborar con artistas más afines a su estilo, como Paulina Rubio, a compartir estudio con voces tan urbanas como Feid o Duki? La respuesta llegó sin rodeos y con una mezcla de reflexión y humor. “Cuando colaboramos con Duki fue diferente. Ya habíamos sacado cuatro discos al mercado y habíamos colaborado con otros artistas”, explicó Simón, recordando aquel momento en el que decidieron explorar un territorio que no conocían del todo.

Simón profundizó un poco más. «Duki fue el primer experimento de algo que no habíamos hecho antes: traer a alguien de un género diferente a nuestro territorio. Los artistas con los que habíamos colaborado antes, como Juanes, Paulina Rubio o Alejandro Fernández, eran mucho más coherentes con lo que hacíamos. Pero cuando apareció la posibilidad de colaborar con Duki, tuvimos que hacer el ejercicio de cómo traerlo a nuestro lugar. Fue un gran parteaguas».
“Duki fue el primer experimento de algo que no habíamos hecho antes: traer a alguien de un género diferente a nuestro territorio»
Esa palabra quedó flotando en el aire porque resume bien lo que significó aquella decisión. Fue un punto de inflexión que les abrió la puerta a nuevas alianzas. Pero, más allá del nombre del artista, hay un criterio que nunca negocian: la canción. Juan Pablo Villamil, “Villa”, lo explicó con claridad. «Cuando las composiciones salen directamente del grupo hacia el colaborador, todo es más fácil porque ya nos sentimos cómodos. Valoramos mucho a la gente que se suma al proyecto».

Martín añadió otro matiz importante. “Cuando hemos hecho el ejercicio consciente de salir a buscar personas que, a primera vista, no sean muy compatibles para colaborar, siempre salió de nosotros. La invitación siempre sale de nosotros, como pasó con Feid o con Duki”.
El cierre llegó con una frase que condensa muy bien la filosofía del grupo. “Si la canción es buena y la podemos defender en el escenario con nuestros instrumentos, estamos abiertos a seguir explorando para hacer cosas distintas”, concluyó Martín. Y esa apertura, precisamente, es la que los mantiene vivos diez años después.

