La reflexión del actor llega en un momento marcado por nuevas denuncias de homofobia en el fútbol español
Durante nuestra entrevista con Agustín della Corte, aprovechamos para hablar con él más allá de su papel en Olympo (Netflix), la serie en la que interpretó a Roque Pérez, un jugador de rugby abiertamente homosexual que lidia con el rechazo de algunos compañeros de su propio vestuario y con una relación sentimental escondida por miedo al entorno. Tenerlo frente a nosotros era la oportunidad perfecta para preguntarle por el estigma que sigue marcando al deporte cuando una persona homsexual.
Agustín no se escondió y su respuesta fue directa: “Existe en el deporte igual que existe en todos los ámbitos de la vida”. Y, mientras lo decía, resonaban todavía las declaraciones recientes del escritor David Uclés sobre la homosexualidad en el fútbol y la denuncia que el futbolista Nacho Ruiz había hecho apenas unos días antes, después de recibir insultos homófobos durante un partido. Tres voces distintas que apuntan al mismo problema.
Un estigma que sigue vivo dentro y fuera del campo
El actor, que septiembre desfiló para Versace, explicó durante la entrevista que el estigma no pertenece solo al deporte. Lo definió como una realidad que aparece en cualquier trabajo, incluso en aquellos espacios donde, en teoría, la diversidad ya debería estar normalizada. “Lo único es que en el deporte tiene más visibilidad por la exposición que tienen los deportistas”, nos dijo con calma.
En su opinión, el foco debería estar en el rendimiento, en el esfuerzo y en los valores que una persona demuestra en su disciplina. “Creo que ese es el problema, que se suele poner al final la orientación sexual de una persona por encima de sus valores como deportista”, añadió. Su tono no buscaba polémica, sino una verdad sencilla que todavía muchos evitan nombrar: la orientación sexual sigue marcando la percepción pública de un jugador, incluso cuando su trabajo habla por él.

La conversación con Agustín ocurría mientras en el fútbol español había un debate abierto. Nacho Ruiz, jugador de la UB Conquense, denunció en el programa de Antena 3 «Y ahora Sonsoles» insultos homófobos durante un partido: “Alzo la voz porque espero que esto deje de pasar”, dijo días después. El árbitro tuvo que detener el juego ante los gritos que llegaban desde la grada. El club condenó el odio y, aunque el futbolista reconoció que era la primera vez que vivía algo así en el campo, también contó que en redes ya había recibido comentarios por su forma de vestir y su pasión por la moda.

Nacho lleva desde los cinco años jugando y asegura que su vida fuera del fútbol no afecta a su rendimiento. Sus palabras resumen un sentimiento compartido: “Espero que deje de pasar”. Su caso no es aislado. Es un reflejo de esos prejuicios que todavía sobreviven en torno a cómo debe comportarse, vestirse o vivir un deportista.

La literatura también ha puesto el tema sobre la mesa. El escritor David Uclés, en una entrevista reciente, afirmó que “hay muchos futbolistas gais, deberían tener valor y admitirlo”. Lo dijo sin rodeos, con la naturalidad de quien entiende que el silencio no desaparece el problema, solo lo prolonga.

Quizá por haber dado vida a un jugador profesional homosexual en Olympo, Agustín della Corte está especialmente sensibilizado con esta causa. Su papel le obligó a estudiar situaciones reales, testimonios de deportistas y escenas que siguen ocurriendo lejos de las cámaras. Por eso sus palabras no son teoría. Nacen de algo que él ha investigado, observado y trabajado desde dentro.
Y mientras el debate crece, sus declaraciones dejan una idea clara: el cambio empieza por romper la costumbre de juzgar primero quién es alguien antes de valorar lo que hace. En el deporte y en cualquier otro lugar.

